El enfoque artístico y estético de THE EAZEY es fácil de reconocer. Desarrolla un lenguaje coherente y seductor que fascina a la vista y al corazón. La armonía en las composiciones del mobiliario interior se transmite al alma e invita a sentarse, servirse una copa de vino y leer un buen libro con tranquilidad. Madera, cristal, mimbre y cerámica son algunos de los materiales que decoran las casas que ellos mismos construyen, ya que su oferta es transversal: construyen casas, crean ambientes y ahora inauguran su nuevo showroom con parte de su oferta decorativa en Porreres.
“Ayudamos a nuestros clientes a hacer realidad su sueño de una ´casa en el sur´. Buscamos auténticas casas antiguas de piedra, en su mayoría ruinas, las reformamos, diseñamos los patios soleados con piscina y decoramos las casas con nuestros muebles, THE EAZEY Lifestyle. “A nuestros clientes les encanta”, comenta entre risas Rainer, responsable de THE EAZEY junto con Smiljana, y ahora quieren combinar cosas, proyectos – diseño de interiores – muebles en su nueva tienda de Porreres. El hilo conductor de su conversación es la “confianza”. Para Smiljana y Rainer, la confianza es fundamental, porque el cliente confía en la sensibilidad, en la elección del lugar, en la forma de interpretar las casas que dialogan con el entorno. En este caso, con el Mediterráneo.
Mallorca genuina
Las vasijas de barro, las cenallas y alfombras de mimbre, las ánforas, las lámparas transparentes o las mesas y cómodas antiguas de madera son algunos de los elementos que forman un denominador común en sus hogares. El ambiente se siente ligero, se alejan del barroquismo, como si cada objeto tuviera su justificación, su razón de ser. Sin duda, su experiencia en el mundo de la moda les ayuda a afinar su gusto. “Es importante trabajar la relación con los clientes, que haya una consonancia, que crean en nuestra forma de hacer las cosas y confíen en nosotros”, añade.
En su discurso, el campo mallorquín es la inspiración y el espejo en el que se encuentran. Porreres es el lugar donde viven y donde se ubica su espacio expositivo, un pueblo de la Mallorca original y rural. No es un pueblo de moda, ni está abarrotado de turistas o tiendas de souvenirs. Es auténtico, como se vivía en Mallorca hace 25 años, con un ritmo alejado del estrés de la ciudad, con largas y acogedoras conversaciones después de comer, ancianos tomando café en la terraza y niños correteando por las aceras. El pueblo está rodeado de naturaleza, campos de cereales y ovejas pastando tranquilamente. Pura esencia mediterránea.
Text by Miguel Angel Vicente de Vera | Photos by Sara Savage
