Conocemos al ex londinense Lorenzo Vasini en el Club El Terreno, renovado con gusto. Este consultor en transformación digital y estrategia se mudó a la isla hace cinco años con su mujer y sus gemelos, que entonces tenían 6 años. La melancolía del primer cierre de Covid despertó la idea de un cambio de vida completo y sólo tardaron diez semanas, desde la idea inicial, en aterrizar en la isla como nuevos residentes. “Pensamos que había un millón de razones para no hacerlo y cuanto más esperemos, más fácil será que surjan todas esos millones de razones y no lo hagamos”, dice Lorenzo, sobre la rápida decisión.
Explorar la viabilidad financiera
“Lo primero en lo que hay que pensar es en la capacidad de mantener la vida económicamente”, dice Lorenzo. “¿Necesitas depender de la isla para tus ingresos? ¿O tienes ingresos fuera de la isla?”. Quizá para controlar el miedo a una mudanza tan drástica, Lorenzo sólo preveía vivir dos años en el extranjero. Planeaba viajar a Londres de lunes a jueves una vez que la vida “volviera a la normalidad”. Pero no fue así. Covid convirtió el trabajo a distancia en la nueva normalidad. Y, a medida que Lorenzo se adaptaba a la vida en Mallorca, se dio cuenta de que no quería viajar todas las semanas. “Quería estar más conectado con la isla y para mí, la forma de hacerlo era hacer negocios aquí”, dice el empresario. Adquirió una empresa de gestión inmobiliaria en Pollensa, HPM Mallorca, que contaba con una base de clientes establecida, y se dispuso a aplicar la tecnología y a mejorar su eficiencia y su imagen de marca. “Hay muchas oportunidades para los propietarios de empresas de servicios que no son especialmente atractivas y que tienen ingresos regulares y recurrentes en torno a los cuales se puede empezar a planificar”, afirma.
Una familia relajada
La familia integra lo mejor que ofrece la isla en su vida diaria, ya sean paseos por el bosque de Bellver o tardes de playa después del colegio. “Nunca pensé que podríamos ofrecer a nuestros hijos una infancia y una libertad para jugar como la que nosotros, personas de cuarenta y cincuenta años, tuvimos la oportunidad cuando éramos más jóvenes”, dice Lorenzo. Aconseja a los recién llegados que se relajen con sus hijos para facilitar la integración. “Aquí el ritmo es distinto”, dice, y añade que es 100% más espontáneo. Lorenzo no ha perdido ni un ápice de su empuje y amor por los negocios desde que se mudó a la isla mediterránea, y cuando surgen retos, un paseo por el Paseo de los Pinos de Pollensa no tarda en traerle paz y perspectiva.
