“¡Otra vez, desde el principio!” resuena por toda la sala de baile. Un muchacho se coloca frente a un espejo, la música empieza, él dobla ligeramente las rodillas y se estira. Primero un giro, después dos y después otros y otros. Parece como si volara por la sala, un salto tras otro. Se prepara para el gran jeté y… se tropieza. “¡Otra vez, desde el principio!” Se levanta con rapidez y la música vuelve a empezar…“Caer y poder volver a levantarse” – explica Laura Macías, que estaba instruyendo al chico, – “es uno de los requisitos más importantes para ser bailarín.” Laura empezó a aprender ballet cuando tenía nueve años y dejó Mallorca cuanto tenía tan solo 15 para asistir a la Rambert School of Ballet and Contemporary Dance en Londres. ¿Algo inusual, quizás, para una mallorquina? Sus primeras experiencias en los escenarios fueron como ‘aprendiz’ en el Ballet Clásico de Madrid – era una posición sin sueldo y debía trabajar en su tiempo libre como profesora de ballet y camarera. “Es lo normal para los bailarines” – dice Laura, que tenía tres empleos al mismo tiempo.
“Con experiencia sobre el escenario fue mucho más fácil solicitar otros puestos.” Por entonces, los candidatos todavía enviaban cintas de vídeo a los teatros y agencias para recibir una invitación y bailar frente a directores o agentes. Hoy en día, un enlace a un vídeo es suficiente. Laura fue descubierta por una agencia alemana y pasó diez años bailando en varias ciudades de Alemania, desde Kaiserslautern a Flensburg, actuando en musicales como ‘Tabaluga’ y ‘Lilli’.
Su socio, Gavin de Paor, no empezó a bailar hasta los 15 años, lo cual es relativamente tarde, aunque su inmenso talento no permaneció oculto mucho tiempo. Ese mismo año, empezó su preparación en la Perm Ballet School en Rusia. Un trabajo en el teatro de la ciudad en Flensburg también lo llevó a Alemania, donde conoció a Laura.
Juntos fundaron la compañía de baile Pasodos (Pas de deux – baile para dos) y, en 2003, produjeron su primera pieza. Con su ‘El hechizo del tango’ tomaron parte en el mayor festival de artes escénicas del mundo, en Edimburgo, donde celebraron un gran éxito. Con esa motivación, desarrollaron más piezas, incluidos clásicos como ‘El cascanueces’, así como producciones propias, como ‘El Mal Amor’ que representaron más de 70 veces en cinco países, y, más recientemente, ‘El principito’ de Saint-Exupéry y ‘La vuelta al mundo en Ballet’.
“Realmente, no utilizo mucho repertorio establecido, ya que quiero crear algo” – dice Laura. “Por eso, desarrollé todas las coreografías yo misma”. Incluso cuando ella y Gavin llevaban la dirección y la coreografía del ballet del Teatro Principal de Palma, de 2013 a 2016, siguieron fieles a este lema.
No es fácil llevar tus propias piezas a un escenario. “Siempre conlleva un gran riesgo. Nunca sabes si funcionara, si la gente irá al teatro a verla. La financiación pública está disponible, pero hay tantos elementos burocráticos que parece casi una venganza” – se queja Laura.
Por otro lado, alaba y admira la situación en Alemania. Incluso ciudades de tamaño medio suelen tener un teatro con bailarines de ballet contratados de forma regular, algo que es inaudito en España. “Igual que hay una orquesta sinfónica de Baleares, debería haber una compañía de ballet de Baleares” – nos dice.
Gavin y Laura también enseñan en el Palma Dance Centre, que establecieron junto con la compañía de ballet profesional Pasodos. Se centra en el ballet y la danza contemporánea, pero el programa también incluye teatro, flamenco, estiramientos y pilates. “Nuestros profesores conocen el mundo de la danza y todos tienen experiencia sobre el escenario” – explica Laura. Los estudiantes también toman parte de forma regular en las producciones de Pasodos. Con esta asociación con la compañía de danza profesional, los alumnos del Palma Dance Centre obtienen experiencia de forma temprana. Y es aquí donde aprendes que, a veces, necesitas que te den la mano para volver a levantarte.
Photos de Álvaro Maldonado & Sara Savage
