Pep Bonet: Fotógrafo y Director de Cine

El analista crítico ahora se encarga de arrojar luz en los rincones más oscuros de Mallorca

Pep Bonet, mallorquín de 42 años nacido en la Colonia de Sant Jordi, tiene una misión: arrojar luz en las sombras para poner de manifiesto los desequilibrios existentes en el mundo. Para lograrlo, este fotógrafo y director de cine se desplaza hasta aquellos lugares en los que las cámaras no son bienvenidas. Habitualmente trabaja como cámara, ingeniero de sonido y entrevistador en solitario y en secreto.

Sus proyectos, que a menudo duran años, se centran en cuestiones africanas. Gracias a su trabajo más famoso, “Fe en el caos”, un ensayo fotográfico sobre las consecuencias de la guerra en Sierra Leona, Bonet formó parte del World Press Photo Joop Swart Masterclass. Desde entonces ha ganado 3 WPP-Awards, seguidos por otros, como por ejemplo los que ganó gracias a sus trabajos sobre la liga de futbolistas amputados en África occidental, sobre la vida de los transexuales en Honduras o con el documental “Into the shadows”, que muestra las condiciones de vida de cientos de miles de africanos en la ciudad de Johannesburgo. Su pasión por la música rock supone una especie de contrapunto a estos complicados temas. Cada año documenta el famoso Festival de Heavy Metal de Wacken, en el norte de Alemania, y durante muchos años acompañó a la banda de rock británica Motörhead para realizar un reportaje visual sobre Lemmy Kilmister, el legendario cantante de la banda.

Entrevistamos a Pep Bonet en su estudio de Cala Major. Acaba de volver de impartir un taller fotográfico en París, organizado por la agencia fotográfica NOOR, fundada por él y Nikon. Le gusta enseñar a jóvenes futuros fotógrafos, porque considera que mantener la inocencia a través del objetivo es importante: “Como fotógrafo tienes que llegar a un sitio mostrando una actitud fresca y sin prejuicios y nunca debes dejarte guiar por los criterios de otras personas. Profundiza con la cámara y haz un reportaje subjetivo”. Bonet no cree en la objetividad, sino más bien al contrario: cuanto más se acerca a un ser humano, más valioso es el mensaje que transmite la historia, como así atestigua su ensayo fotográfico sobre la discriminación que sufren los drogadictos en Portugal, para cuya realización acompañó a uno durante una semana.

Sus exigencias estéticas son altas, “porque solamente se recordará una buena foto”. La luz, la composición y el momento tienen que ser idóneos. Además, cada foto tiene un lado humano: “Muestra la permeabilidad de una persona, aunque no debemos exagerar u orientar el mensaje de forma deliberada”. Para Pep Bonet las fotos en blanco y negro son particularmente intensas desde el plano estético, puesto que son poéticas y ambiguas, logrando que resulten accesibles a todas las culturas.

Cuando Bonet era adolescente ya le interesaban los derechos humanos, aunque tras finalizar los estudios se dedicó en un primer momento al windsurf profesional. Por casualidad fue a Ámsterdam, donde realizó un curso de fotografía. En aquel momento, quedó impresionado por una exposición del fotógrafo y realizador holandés Ed van de Elsken, que viajó a Japón y África para realizar sus proyectos fotográficos en los años 50 y documentó la vida en las calles. Este hecho marcó el curso de la vida de Bonet.

Hace cinco años el mallorquín también empezó a rodar documentales y películas. Fundó la productora independiente Altamar y además coopera con ONGs. Por ejemplo, rodó una película promocional sobre una app que sirve para registrar los nacimientos en Tanzania. Gracias a esta, todo el mundo tiene derecho a una identidad.

“Rodando películas de entretenimiento, ganaría veinte veces más”, comenta, pero el dinero nunca le ha motivado. “Quiero tener conciencia y observar de forma crítica lo que ocurre en el mundo”. Tal vez no logre cambiar las cosas con sus fotografías y películas, pero puede sensibilizar a las personas acerca de ciertos temas, entre las que, con un poco de suerte, pueden encontrarse aquellas responsables de modificar las leyes.

Ahora Bonet prefiere pasar más tiempo con su familia en Mallorca y por ello, ha comenzado a preparar un nuevo documental sobre las personas que residen en la isla. De nuevo, el tema elegido no resulta sencillo. En “Fel de la terra” se da voz a un grupo de mallorquines que sufrieron abusos en su infancia. “Se trata de siete personas socialmente marginadas, siete testigos que nadie recordaría si no se les da una oportunidad para que hablen”, explica. Le molesta el hecho de que la mayoría de los reportajes sobre Mallorca giren en torno al turismo y la paella. No está en contra del turismo, siempre que sea sostenible y controlado, pero Mallorca tiene otras historias más urgentes que contar. “La isla también posee lados oscuros, que necesitan iluminarse para revelar los temas que deberían abordarse”. Para desarrollar su labor como analista crítico equipado con una cámara no necesita viajar a la otra punta del mundo.  

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