Con gran gusto y atención al detalle, mezclando ideales rurales con la vida del s. XXI, esta casa se ha transformado en un lugar de incomparable belleza y estilo.
El paisaje del entorno se convierte en parte de la casa con imponentes vistas al mar y al cielo infinito, ofreciendo una panorámica cambiante a través de cada ventana. A su vez, las salas de estar constituyen los miradores más cómodos. Lujosos tejidos y piel afelpada adornan el mobiliario de nogal y los toques de textura ingeniosamente aplicados potencian la paleta de tonos neutros favorecida por Terraza Balear. La piedra natural tallada a mano para adaptarse perfectamente al entorno, contrasta con las nítidas paredes blancas, añadiendo profundidad y carácter.
Cada rincón es una oda al hermoso y equilibrado estilo de vida isleño, altamente demandado por parte de todo el mundo. Los toques de piedras de Santanyí realzan la vibración mallorquina por excelencia. El jardín vertical de una habitación y el olivo arraigado en un patio entre las salas de estar inculcan una sensación de paz y personifican la importancia y la presencia duradera de la naturaleza. La sensación general es una apacible armonía y un gusto exquisito.
La luz natural también juega un papel esencial en esta espectacular vivienda. Las baldosas de estilo zenia utilizadas para la piscina están diseñadas para no interferir en el perfecto reflejo del cielo. El resultado es un relajante azul turquesa. Más allá, las imponentes vistas al mar completan esta composición paradisíaca.
Fotos de Mauricio Fuertes
