Para Anna Lena Kortmann, tejer no es sólo cuestión de hilo y bastidor: es conectar pasado y presente, memoria y lugar. Anna Lena, una diseñadora nacida en Alemania que se movía con fluidez entre ciudades de todo el mundo y proyectos de arquitectura a gran escala, encontró un inesperado punto de apoyo creativo en la soleada isla de Mallorca. Lo que empezó como un anhelo de trabajar con las manos se ha convertido en un proyecto silencioso y poderoso: revivir una artesanía isleña casi olvidada y darle una forma contemporánea. En su estudio de Palma, los marcos geométricos y las cuerdas texturizadas se unen en piezas que resultan a la vez táctiles y atemporales. Con su trabajo, Anna Lena no sólo rinde homenaje a los artesanos que la precedieron, sino que contribuye a que su legado perdure en hogares, hoteles y momentos cotidianos.
Una vida de flujo creativo
El camino de Anna Lena hacia Mallorca serpenteó por El Cairo, Wellington, París y Berlín, y cada lugar añadió una capa a su sensibilidad como diseñadora y ser humano. Nacida en Alemania y criada en parte en Egipto, sus recuerdos de infancia están teñidos por el vibrante caos de El Cairo: mercados de camellos por la mañana, extraños amistosos y el zumbido de una ciudad llena de contradicciones. “Entonces era normal”, dice, “pero mirando atrás, dejó huella”. Ese espíritu de curiosidad la llevó a viajar, estudiar y trabajar por todos los continentes, hasta aterrizar en Berlín, donde pasó más de una década dedicada a la arquitectura y el diseño de exposiciones.
Fue un viaje espontáneo a Mallorca lo que cambió la trayectoria. “Esperaba clichés, pero lo que encontré fue profundidad”. Tras enamorarse de los dramáticos acantilados de Banyalbufar, ella y su pareja tomaron una decisión audaz: equilibrar la vida entre Berlín y la isla, para instalarse por completo en 2015. Poco después, descubrió una técnica de tejido tradicional transmitida de padres a hijos en Mallorca. Enseñada por un artesano de Llucmajor, Anna Lena empezó a experimentar en casa, combinando patrones tradicionales con su propia sensibilidad minimalista. Desde el principio, se sintió como algo más que muebles, se sintió como la narración de historias en la estructura y el hilo.
Hoy diseña y fabrica a mano muebles modernos inspirados en estas técnicas vernáculas. Sus piezas emblemáticas son taburetes, bancos y mesillas de noche tejidos con cuerda de algodón reciclado hilado en España, a veces mezclado con cáñamo, y enmarcados en roble local. Cada diseño es intencionado. “La geometría habla”, explica, inspirándose en líneas arquitectónicas, degradados naturales y motivos locales como vallas descoloridas por el sol y celosías de sombra. Cada pieza lleva el nombre de una mujer: abuelas, hijas, amigas… silenciosos homenajes a quienes la han formado.
Vivir y crear despacio
Mientras su estudio de Palma bulle de creatividad, Anna Lena equilibra sus papeles de artesana, madre y propietaria de una pequeña empresa con una calma sorprendente. “No siempre es lento», ríe, “pero aquí te recuerdan que debes hacer una pausa”. Los baños semanales a primera hora de la mañana con un compañero creativo ofrecen un ritual de tranquilidad. Lo mismo ocurre con salir a la calle para ver el horizonte: “Eso por sí solo me tranquiliza”.
Su forma de crear refleja esa misma base. No hay tienda online. Los pedidos se hacen personalmente, a menudo por correo electrónico, y los clientes eligen las combinaciones de colores y estampados. “La gente quiere participar en el proceso”, afirma. Los encargos de mayor envergadura, como las recientes colaboraciones con hoteles mallorquines, se producen cuidadosamente a lo largo de meses, sin prisas.
La sostenibilidad está presente en cada paso, no sólo en el abastecimiento de materiales, sino en la creencia en una producción con sentido. “No se trata sólo de evitar los residuos”, dice, “sino de hacer algo que merezca la pena conservar, algo que alguien pueda heredar”.
Al revivir esta artesanía casi olvidada, Anna Lena no sólo diseña muebles, sino que teje la memoria en la forma y nos recuerda que la belleza hecha lentamente y con corazón siempre perdurará.
