En una pequeña y frondosa calle del pueblo de Consell, escuchamos el inconfundible zumbido de la carpintería mientras nos acercamos. Al entrar, las constelaciones de serrín centellean al pasar a través de la luz mediterránea. Máquinas de carpintería de otra época se esconden entre planchas de teca y roble. Es una escena típica del taller tradicional mallorquín que se puede encontrar por toda la isla.
Marc Kuenzle, fundador de la tienda de muebles y concept store Casa Lima, nos enseña el taller de carpintería de su marca gemela, The Big Table Studio. Sobre una mesa a medio terminar, este ex banquero de origen suizo recuerda su larga pasión por los muebles y la construcción de objetos de madera, que se remonta a su infancia. Cuando se mudó a Mallorca en 2009, tuvo la oportunidad perfecta para reavivar su pasión. También cuenta que su hijo se ha convertido en carpintero. ¿De tal palo tal astilla? ¿Se inspiró en su padre? “Más bien yo por él”, sonríe.
Un árbol para cada mesa
Marc explica que, aunque la madera procede de todo el mundo, cada mesa se construye, se personaliza o, al menos, se monta y se trata en su taller de Consell. Esto significa que cada mesa, algunas de las cuales alcanzan los cinco metros de longitud, es una pieza única. La marca también está firmemente comprometida con la sostenibilidad. Además de trabajar sólo con madera de origen certificado, también participan en el proyecto Plant-My-Tree, en el que por cada mesa vendida se planta un árbol en Alemania para promover la reforestación. Los clientes de Casa Lima reciben incluso un correo electrónico con las coordenadas de su árbol recién plantado. “Es nuestra forma de devolver algo al planeta”, dice Marc.
El maestro carpintero de Casa Lima, Alex Grafe, también destaca su visión de la madera como un material vivo cuyas cualidades y apariencia pueden cambiar con el tiempo. “Esa es su belleza”, dice Alex, al tiempo que subraya la importancia de entender cómo debe adaptarse a las características de Mallorca. La combinación de la alta humedad de la isla y los interiores con aire acondicionado puede suponer un estrés para la madera, por lo que cada mesa se construye teniendo esto en cuenta.
Madera envejecida de forma auténtica
Atravesamos la puerta trasera y entramos en un jardín con más montones de madera y limoneros bien florecidos. Marc nos muestra una gran plancha de teca reciclada que, según los deseos del cliente, está siendo expuesta a la intemperie durante seis meses, para darle ese codiciado aspecto envejecido. “Esto estará listo para la próxima primavera”, explica, “no hay ningún atajo para esto, algunas cosas simplemente llevan tiempo, ¡no se puede imitar a la naturaleza!”
Marc entiende mejor que nadie el atractivo de sus grandes mesas. “Una mesa es el corazón de la casa. Hace casi 25 años que tengo mi mesa en casa, y allá donde vivo me muevo con mi gran mesa. No hay razón para cambiarla. Una mesa no es sólo una inversión para toda la vida, ¡es parte de la familia!”, ríe.
