La historia de Anja es una gran historia de amor con la isla de Mallorca, y como todas las grandes historias, contiene dosis de sacrificio, humor y mucha pasión. Aterrizó en Mallorca en el 2001, recién licenciada como ingeniera civil. Había trabajado en algunos proyectos en su Alemania natal, pero no le dejaban visitar las obras por el simple hecho de ser mujer. “Yo me aburría en la oficina, quería ser libre, era muy frustrante”, explica gesticulando con fuerza las manos. Envió su currículo a constructoras en Dubai e Inglaterra, esperando que la diosa Fortuna soplara en su dirección. En ese tiempo tenía un novio que la invitó a pasar unas románticas vacaciones a Mallorca, sin embargo, a Anja no le parecieron para nada románticas. “En ese tiempo Mallorca tenía una fama de borrachera y discoteca, y yo no buscaba eso, yo quería que me llevara a la Toscana”, comenta mientras se ríe con una fuerte carcajada.
Primer encuentro
Un poco en contra de su voluntad aterrizó en Mallorca y entonces surgió el amor a primera vista. “Me maravilló la Sierra de Tramuntana, los pueblitos, la gente, las playas, todo era precioso, nada que ver con la idea que yo tenía en mi cabeza”. Dubai ya era historia. Volvió más adelante, sin apenas hablar español, en un ámbito laboral donde el 95% de los trabajadores eran hombres y españoles. “Llegué sin trabajo, me puse en contacto con diferentes despachos de arquitectura que tenían equipo alemán, pero me decían que necesitaba hablar español”. De manera inesperada, como ocurren los acontecimientos más importantes de nuestras vidas, se vio trabajando como modelo (es alta, esbelta y con unos eléctricos ojos verdes) para algunas marcas de ropa y trabajó como extra en grabaciones de series para una productora de la isla. Durante unos 4 meses aprendió español gracias a su esfuerzo diario, su nuevo trabajo y las clases privadas del idioma. Ya estaba preparada para enfrentarse a su destino.
La confianza, fundamental
Al poco tiempo una promotora le encargó un proyecto de 64 villas de lujo. “En un año estaba redactando informes para juicios de daños en construcciones en español”, enfatiza con orgullo. El resto, como se dice, es historia. Desde entonces es una reconocida directora de proyectos de construcción, y madre soltera de una hija de 16 años, habiendo construido algunas de las casas más espectaculares de la isla y trabajado durante muchos años para uno de los promotores inmobiliarios de lujo más prestigiosos. Muchos de sus clientes son famosos, algunos deportistas de primer nivel, pero se niega a desvelar ninguno de los nombres. “Mi trabajo se basa en la confianza, la que mis clientes depositan en mí, eso es muy importante”, como ella misma comenta, su trabajo consiste en ayudar a encontrar soluciones a los problemas, “en Alemania decimos no existe el no puedo”, ese es el reto que más me apasiona.
Texto por Miguel Ángel Vicente de Vera | Fotos por Sara Savage
