Cuando El Llorenç Parc de la Mar se convirtió en la última incorporación a la colección de hoteles boutique de alta gama de Palma en el verano de 2019, recibió una acogida inmediata. Con su ingeniosa mezcla de toques moriscos, sofisticación urbana y ambiente sexy de club de playa, inyectó una sensación de diversión e incluso frivolidad en la escena hotelera de la capital mallorquina.
Tres años después, el equipo de El Llorenç lo ha vuelto a hacer. Han recurrido al mismo cerebro creativo, el diseñador sueco Magnus Ehrland, para reimaginar un hotel similar, pero en un entorno muy diferente. Situado en la partemás nororiental de la isla, la tranquila Cala San Vicenç no podría estar más alejada de la vida urbana. Es uno de los centros turísticos menos conocidos de la isla, situado en un valle verde donde el final de la Sierra de Tramuntana se encuen- tra con el mar.
Un ambiente más mediterráneo
Con una posición privilegiada con vistas a una de las cuatro espectaculares bahías de la zona, el Hostal Mayol había estado abandonado durante casi 20 años, por lo que el lugar era ideal para su rehabilitación. La empresa mallorquina de gestión de pro- yectos LF91 y Epic Construccions han estado detrás de la construcción, y han logrado una integración en el lugar notablemente perfecta y cuidada de esta propiedad de 35 habitaciones y cinco plantas.
Al entrar, la paleta característica de topo y piedra arenisca es la similitud más inmediata con su hermano de la ciudad. Y, al igual que en El Llorenç, este telón de fondo neutro da cabida a una ecléctica colección de coloridas obras de arte contemporáneo. Pero aquí hay menos fuegos artificiales visuales, que reflejan el entorno costero más tranquilo y el paisaje mediterráneo. La claridad de la bahía vecina se refleja en los azulejos verdes, las telas turquesas y las alegres sombrillas de estilo tiki.
Paisajes espectaculares
Mientras que la piscina infinita con vistas a la bahía de El Llorenç era lo más destacado, en El Vicenç la terraza de la azotea ofrece un mirador privilegiado de los espectaculares acantilados y la cala en la que se ubica el complejo. Desde la piscina de la azotea también se puede mirar hacia atrás,
sobre la vegetación de la montaña. El omnipresente motivo de celosía árabe ha sido sustituido por uno que evoca los muros de piedra seca de la Mallorca rural, aunque con una geometría abstracta que recuerda la obra de Mondrian.
“El concepto era replicar el mismo servicio de hotel boutique de diseño de cinco estrellas y la calidad que los viajeros han llegado a amar en El Llorenç en un entorno de lujo frente a la playa”, explica el director general Rubén Zamora. Pues bien, el equipo de Mallorca Ç Collection que está detrás del hotel ha conseguido precisamente eso, y una experiencia que seguro cosechará tantos aplausos como su hermano urbano mayor.
Texto Leon Beckenham
Fotos José Taltavull
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