Ubicada en un encantador edificio antiguo en el centro de Palma, Le Petit Atelier No 74 es una tienda conceptual que celebra la creatividad, la conexión y la artesanía. Nacida del viaje personal de la fundadora parisina Tara Sfez, la tienda refleja una vida moldeada por la intuición, los viajes y los encuentros con sentido.
Aunque es nueva en Mallorca, le preceden boutiques en Ibiza y Formentera. “Hay una energía muy especial en las islas —una sensación de bienestar”, dice Tara. “Cuando abrí nuestra primera boutique en Ibiza, me pareció natural expandirnos por las Baleares.” Desde las islas bañadas por el sol hasta los talleres artesanales en Tailandia, Vietnam y ahora India, cada pieza cuenta una historia, invitando a los visitantes a detenerse y redescubrir la belleza de lo hecho a mano.
Historias detrás de la artesanía
Al cruzar los arcos de piedra de Le Petit Atelier No 74, el espacio consciente, perfumado con sándalo, transmite una sensación de calma. Una paleta natural de rosados empolvados, grises piedra y terracotas revela una filosofía en sintonía con el mundo natural.
“Hacemos las cosas con el corazón”, dice Tara. “No hay una estrategia calculada. Seguimos lo que se siente correcto: un color, una textura, un detalle hecho a mano.” En la entrada, admiramos un vestido de seda de bronce antiguo hecho en Vietnam, bolsos bordados de Tailandia y una bolsa de cuero artesanal de la India. La mayor parte de la colección está dedicada a las mujeres e incluye trajes de baño sostenibles. También hay ropa infantil y artículos para el hogar, como lujosas alfombras de piel de oveja y vajilla cerámica con carácter. Dedicado a mujeres —y, con frecuencia, también hecho por mujeres.
“En Ibiza producimos todas nuestras prendas tejidas a mano —jerséis y cárdigans de lana. Las mujeres locales vienen regularmente al atelier a recoger la lana. Tejen en casa y luego traen las piezas terminadas”, explica Tara.
“En Tailandia —ese fue el primer sueño, hace casi 15 años— tenemos nuestro propio taller, compuesto principalmente por mujeres. Ellas preparan los materiales, cortan las telas y comienzan el ensamblaje. Parte del trabajo se pasa luego a mujeres de aldeas cercanas.” Ya sea en Tailandia o en Vietnam, Tara cuenta cómo cada lugar de producción ha surgido de encuentros humanos significativos, y eso es lo que da alma a cada pieza.
“Seguimos nuestra intuición. A veces funciona, a veces no, y está bien. Apostamos por la simplicidad, por ser fieles a nosotras mismas, sin intentar agradar a todo el mundo”, dice. ¿Sus valores esenciales? Autenticidad, sencillez, belleza y juego.
La creatividad como sanación
Le Petit Atelier es mucho más que una boutique: también es un espacio creativo. Los talleres que se organizan regularmente invitan a los visitantes a reconectar con sus manos, su imaginación y su sentido del juego. En sesiones anteriores se ha ofrecido tejido, bordado y modelado en arcilla, cada una de ellas como una pausa del mundo digital y un recordatorio de la alegría que hay en la creación táctil.
Para Tara, esto es tan importante como los productos en sí.
“Uno de mis mayores retos es encontrar el equilibrio entre el lado empresarial y el bien común,” dice.
“Pero creo en el poder sanador de la creatividad.” ¿Qué la impulsa a seguir adelante? “Los sueños,” responde simplemente. “A veces son demasiado grandes. A veces me derriban. Pero no puedo dejar de soñar —y no voy a dejar de intentar ser fiel a mí misma.” Y esa autenticidad lo impregna todo en Le Petit Atelier.
No es solo un lugar para comprar, sino para conectar: con la artesanía, con la comunidad y con las partes más silenciosas de uno mismo. Ya sea curioseando vestidos de algodón delicado o participando en un taller práctico, aquí hay una invitación suave: reducir la velocidad, valorar la artesanía y apreciar más profundamente lo que ya tienes.
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