Al entrar en este palacete del siglo XVIII tan bien restaurado, la vista se te irá a las columnas de alabastro y los elevados arcos del patio. No podrás evitar admirar la elegancia de la arquitectura y la simetría de la escalera central. Respirarás historia.
Te darán una calurosa bienvenida, con sonrisas amables y modos sosegados, y te conducirán a tu magnífica suite. Enseguida te sentirás parte de la familia de Can Marques.
Tu bella morada es solo una de las trece suites que tiene este palacete de amplias dimensiones. Cada una tiene su propio diseño y cuenta con obras de arte, preciosas antigüedades y mobiliario con mucho estilo. Se han preservado elementos originales del edificio, que no deja de resultar singular por innumerables detalles, por suelos con mullidas alfombras y una sorprendente iluminación, por ejemplo.
El personal del hotel supera las veinte personas y atiende a un máximo de treinta huéspedes, que reciben un servicio personal e impecable, al tiempo que discreto y dotado de gran tacto. En cualquier momento, los clientes pueden recurrir a los conocimientos, la pasión y la experiencia de esos profesionales.
Tómate un espumoso en el bar de champán, una copa en el oasis urbano que ofrece el recogido jardín del hotel, disfruta de la vista a la catedral desde la terraza o cena en su maravilloso restaurante de cocina clásica francesa y mediterránea. Incluso puedes regalarte una exclusiva salida al mar en su premiado superyate. Sin duda, la experiencia en el Palacio Can Marques es realmente memorable y realmente palaciega.
La historia de la capital mallorquina se asienta sobre la fortuna de sus grandes familias. Y el monumento a las dinastías de la isla, su riqueza e influencia, se encuentra en el casco antiguo de la ciudad, en un legado de casas señoriales que crearon mundos privados, pensados para ser preservados de ojos indiscretos.
Pero todo eso ha cambiado. Hoy en día no solo puedes disfrutar de esas joyas antes escondidas, sino que puedes alojarte en una de ellas como lo hacían antaño sus propietarios, rodeados de opulento esplendor y comodidades de categoría superior.
¿Por qué alojarte en un hotel si puedes hacerlo en un palacio? El Palacio Can Marques.
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