Una nueva vida en Mallorca

El experto en inmobiliaria Andreas Botas nos cuenta por qué decidió invertir en la isla

Andreas Botas

Al hablar de su nueva vida en Mallorca, Andreas Botas expresa tanto entusiasmo que deseas acompañarle en su Vespa a visitar el mercado semanal de Alaró o los viñedos de la isla.

No hace mucho que este agente inmobiliario de Starnberg, en Bavaria (Alemania), se compró con su mujer una casa cerca de Santa Maria. Buscaba una alternativa a su vida rural en la zona de Starnberg, no lejos de Múnich, un bonito lugar con gran calidad de vida, con lagos, posibilidad de practicar la vela, impresionantes paisajes, mucha tradición y ambiente cosmopolita.

En realidad, a Andreas Botas y su mujer, que habla un perfecto italiano, siempre les había encantado Italia y todo lo italiano, pero allí los inviernos suelen ser fríos y nebulosos. Por su trabajo con propiedades de alta gama, Botas conocía el mercado, sabía qué esperar y dónde buscar. Sin embargo, no sabía dónde hacerlo en su propio caso, después de haber descartado su país favorito, Italia. No tenía un plan B. Las cosas cambiaron cuando un amigo de Múnich le habló de Mandy Fletling, una experimentada agente inmobiliaria de Mallorca. Botas se decidió y viajó a Mallorca con su mujer. A pesar de que su padre es español y había conocido a su madre en la isla, él no tenía ninguna conexión con Mallorca que le pudiera orientar. Mandy Fletling le acompañó a Santanyí, a una zona conocida como la “Colina de Hamburgo”, un sitio que a Botas le pareció “demasiado alemán”. Fletling trató entonces de convencerle de que vieran propiedades del interior de la isla. “Yo no quería ir, pero me insistió mucho”, cuenta él. Un pintoresco camino llevaba a la primera propiedad que visitaron; tenía un jardín mediterráneo y se había construido en 2003 a modo de finca tradicional, con patio, un interior amplio y luminoso, bonitos suelos de terracota, calefacción y todas las comodidades. Desde el principio, a él y su mujer les cayó bien el propietario. “Conozco esa sensación por mis propios clientes –explica Botas–. Es como estar con un amigo que vive en tu casa ideal, con alguien con quien compartes gustos e intereses”. Fletling les enseñó después los alrededores, dominados por las montañas de la Tramuntana, y supieron que era lo que buscaban: un entorno rural pero más próximo a Palma y otros muchos lugares, cosmopolita pero no turístico, y con mucho que hacer también en invierno. “Y sobre todo no era un reducto alemán, sino un lugar donde aún disfrutar del verdadero espíritu mediterráneo”.

Los terrenos aquí son grandes y los precios, razonables. Además, la zona cuenta con el encanto de la Tramuntana, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, así como bellos paisajes de almendros y viñedos. Siempre hay algo que hacer en Santa Maria o Alaró, y Palma y el aeropuerto están a solo veinte minutos en coche. “Nos decidimos a cerrar la compra al día siguiente. Cuando algo convence, no hay que dudar. ¡Las oportunidades no se presentan dos veces”, piensa Botas, quien habla por propia experiencia. Ahora, la familia está en “fase de traslado” y viene cada dos meses. “Aquí se está de fábula –añade Botas–, y eso que aún no hemos pasado ningún verano en la isla. ¡Los inviernos son un sueño!”. Mientras que el coche es un símbolo de estatus en Alemania, en Mallorca Botas ha sustituido su 4×4 por una Vespa. “Es que no tiene sentido tener un gran choche: no puedes pasar por las calles estrechas y se abolla… ¡Es inútil!”, exclama entre risas. A su decir, el coche además impide que aprecies las pequeñas cosas que hacen la vida aquí tan especial, como el olor del romero, el pescado recién capturado o un simple “hola” de los vecinos, que le han acogido muy bien. ¿Se imagina trabajando en la isla? “Para nada –contesta–; ya hay suficientes agentes inmobiliarios. ¡Aquí solo quiero disfrutar de la vida!”.

Photos by Sara Savage