Artista Joan Àvila Fuster

La obra de este artista mallorquín se caracteriza por sus llamativos cuadros que mezclan estilos letrística y graffiti

Hasta que su padre, gravemente enfermo, falleció en 2006, Joan Àvila Fuster solía visitarle en el piso de sus padres, y mantiene un estrecho contacto con su madre. Es igual que en “cualquier familia normal”, explica Joan. A finales de los 80, podría haber parecido que las condiciones de vida de la familia eran casi demasiado “normales” como para que Joan y sus tres hermanos pequeños fueran enviados a un centro de menores.

Sin embargo, fue la abuela de los chicos quien tomó la decisión. Llevaba mucho tiempo observando la precaria situación de los hijos de Fuster en un hogar pobre. Parecían no tener futuro. Su padre, en paro, era adicto al alcohol: la negligencia y la violencia eran los métodos que utilizaba para “educar” a sus hijos.

Hoy, Joan (28) es una celebridad mallorquina. Como una de las estrellas emergentes entre los jóvenes artistas de la isla, recibe encargos de gente importante y trabaja en virtud de un acuerdo comercial con galerías de renombre. Dice que le debe todo al hogar infantil: “Allí estuve bien”.

Muchos amigos que asistían a escuelas normales observaban nuestra nueva vida con envidia. La negligencia y la necesidad eran el modo de vida de muchas familias. En cambio, nosotros estábamos bien abastecidos y teníamos una excelente perspectiva educativa.” El hogar donde Joan y sus hermanos fueron internados se llamaba “Llar de Son Espanyolet“, nombre de un barrio de Palma. Desde entonces ha sido sustituido por un nuevo asilo en un edificio enorme y moderno. Todos los hogares de la institución “Llar de infància” – hogares de niños en inglés – están gestionados por “IMAS“, el departamento de bienestar social del Consell (consejo insular).

La educadora pública Margarita “Marga” Balaguer acompañó a Joan, Toni, Jesús y Miguel desde el principio. Se convirtió en una especie de madre sustituta. Hoy, Marga -que incluso tiene exactamente la misma edad que la verdadera madre de los chicos- sigue trabajando en el “Llar”. Además, es uno de los miembros fundadores de la Fundación Allen Graham para Niños Desfavorecidos y Maltratados, que se creó formalmente hace un par de años en reconocimiento a la labor de The Allen Graham Charity 4 Kidz” (que aparece en el número de junio de abcMallorca), una organización que apoya a los hogares infantiles de la isla proporcionándoles bienes útiles. Marga cree que el hecho de haber sido atendidos por “el mismo grupo de profesores desde el principio” ayudó mucho a crear un ambiente de confianza y continuidad para los chicos.

La simpática mallorquina sigue en contacto con los cuatro hermanos Fuster, aunque ahora ya son adultos. Marga: “Tuvimos una estrecha relación con ellos. Joan es un chico excelente, inteligente, al que se le coge cariño enseguida. El contacto diario con él es fácil”. El gran éxito de su educación externa es un estímulo profesional para ella. Sabe que hoy en día sería poco probable que estos chicos fueran internados en una institución: “Hay muchas más posibilidades de ayuda y apadrinamiento que antes”. Pero el entorno familiar de los chicos era entonces “perdurablemente desordenado“. Su padre no podía trabajar debido a una enfermedad crónica derivada de su adicción al alcohol.

Casi siempre borracho, se comportaba de forma violenta con los niños. La madre “se rindió a la situación crónicamente crítica”.

Joan Àvila decidió quedarse un año más en el “Llar” después de haber terminado allí su educación ordinaria; en primer lugar, porque le gustaba mucho y, en segundo lugar, porque pensaba hacer un aprendizaje de diseño gráfico. La organización Allen Graham Charity 4 Kidz le proporcionó un ordenador, que Joan sigue utilizando hoy en día. En 1998, Joan empezó dos años de estudios intensivos en la academia de arte de Palma “Escola d’Arte“, aprendiendo escultura, pintura y dibujo. Finalmente, se graduó con éxito con una licenciatura. Quería convertirse en pintor de verdad -la pintura era su forma de arte favorita- y por ese motivo se trasladó a Barcelona, donde añadió dos años más de estudio. Desde su primera exposición de pintura en 2003 ha podido vivir de su arte.

Joan crea cuadros amplios e impactantes sobre madera con pintura acrílica y resina. En algún momento del pasado cambió radicalmente su estilo: tras dibujar bocetos realistas a lápiz y tinta de escenas cotidianas que observaba, aplicó cada vez más técnicas de ilustración abstractas, figurativas e informales. El resultado de esta evolución puede describirse como una mezcla de estilo graffiti y letrístico. Joan presta gran atención a la elaboración de la superficie del dibujo.

Ya se le considera un verdadero maestro artesano en la isla, sin exhibir ningún premio a su nombre: “No suelo participar en concursos de pintura, porque eso no es importante para mí”. Sin embargo, no necesita ocultar su currículum. En él figura el encargo a Joan de decorar con sus cuadros los interiores de algunos hoteles Barceló de la zona. En estos momentos trabaja en unos gráficos especiales para el primer ministro balear, Francesc Antich. Las obras de arte de Joan Fuster se exponen constantemente en las galerías Fran Reus y Addaya. “Estoy representado allí desde hace cinco años. Gracias a un acuerdo comercial con los galeristas puedo contar con un sueldo fijo”. Instituciones locales como el Gobierno balear, el Consell insular y varios políticos optan a comprar sus cuadros. Además, fundó la asociación de trabajo “81” con el pintor cordobés Pepito Morán. Recientemente “81” presentó imágenes y videoclips en Colonia (Alemania). Joan tiene dos estudios de pintura, uno en Porreres (Mallorca) y otro en Barcelona.

¿Qué pasó finalmente con sus hermanos? “El contacto entre nosotros es muy estrecho”, dice Joan. Toni, el segundo hermano mayor, también es pintor: decora paredes. Jesús, el tercero, ha estado trabajando para las organizaciones no gubernamentales locales Mar Viva y Oceana, pero hace poco retomó los estudios. Miguel, el menor de la familia, vive en Barcelona como Joan, y trabaja allí en gastronomía. Todos han conseguido algo: Marga puede estar orgullosa de sí misma.

Fotos de Thomas Baar

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