“Mi observación es mi curiosidad”

La artista Francesca Martí sobre nuestra comunicación

La premiada artista mallorquina Francesca Martí está sentada frente a su última exposición, Energy Ray, en la Galería Gerhardt Braun de Palma. No se deja llevar por las opiniones de otros y sus reflexiones parecen del todo suyas. “Mi observación es mi curiosidad”, nos dice, interesada por cómo la humanidad se comunica, en el seno de las sociedades y también desde nosotros mismos. De ahí surge el ejército de esculturas que nos rodea, compuesto por lo que ella llama Believers. Están parados, pero, como colectivo, parece como si estuvieran avanzando. Mediante ese movimiento –esa “energía invisible”, en palabras de Francesca–, la obra examina las interacciones humanas.

Francesca nos pregunta por la idea de Slow Luxury y enseguida nuestra conversación se centra en el papel de la tecnología en nuestras vidas. Ella suele observar la rápida circulación de noticias y su constante presencia. Recuerda un reciente viaje a China, donde vio un mar de personas conectadas a sus teléfonos, como si el cuerpo humano y el móvil fueran uno. Este nivel de comunicación ha llevado a una proliferación de ruido e información. Francesca señala que, en buena medida, es “gente que no habla de nada”. Con bloques de colores y rostros “sin alma”, su exposición analiza en detalle cómo la masiva información fusiona nuestras identidades, las mezcla y las hace pensar al unísono.

Francesca señala que el lenguaje ha cambiado con el ritmo de la tecnología, que, a su vez, afecta al ritmo de nuestros pensamientos. Para preparar su colección de 2012, Planet of Fusions, entrevistó a personas de diferentes ámbitos, ya fueran políticos, pescadores o artistas, y creó una obra multimedia con 150 antenas parabólicas recicladas. Se proyectaban vídeos y emisiones audiovisuales sobre ellas, no para cuestionar de qué hablamos, sino cómo lo hacemos. “Las palabras no son como antes. Las palabras eran más cortas; la comunicación era diferente. La gente tenía más tiempo para pensar; ahora todo va demasiado rápido”.

Vemos un futuro en el que ese ritmo llega a su máxima expresión, y Francesca junta las manos, haciendo un gesto para indicar la brecha que hay entre nuestro pensamiento y nuestra emoción. “Estamos conectados mentalmente, pero no emocionalmente. Es un problema, porque necesitamos las emociones”. ¿Por eso sentimos la necesidad de desconectar? Francesca asiente sin dudar, destacando la importancia de encontrar tiempo para nosotros mismos. Para cumplirlo, ella coge la bicicleta todos los días para ir a tomar café a una plaza y ver allí el mundo pasar. “Ese momento me da espacio y agradezco todo lo que veo a mi alrededor”.

Con una trayectoria como artista de más de 25 años, su curiosidad por la comunicación continúa impregnando su trabajo. Sus Believers son un sólido símbolo que cuestiona cómo actuamos, nos comportamos y pensamos como colectivo. Una reflexión necesaria en tiempos de migraciones masivas y rápidos cambios políticos. “Todo puede ser difícil o no serlo; depende de cómo lo veas”, dice Francesca, emocionada por cómo el arte nos inspira a todos a cuestionarnos el mundo que nos rodea.

Photos by Sara Savage