Trabajando en su pequeño estudio de cerámica, a kilómetros del asentamiento urbano más cercano, se encuentra el artista mallorquín Jaume Roig. Es ceramista de nombre, pero pinturas de esferas lunares y esculturas de animales inclinan las paredes, dando a entender que Jaume es un pensador por encima de todo. Sus piezas han sido recogidas por LOEWE, expuestas en Londres, llenado numerosos espacios de hoteles de lujo en Mallorca y expuestas en ABA Art Lab. Ahora, abre una nueva galería, esta vez en Nueva York, donde espera llevar sus piezas artesanales a la escena mundial. Sin olvidar su honesta aproximación a la materia y también a las formas de vida.
Una familia de ceramistas
Sentado en su torno de alfarero, Jaume se afana en dar forma a una pesada mano de arcilla. “He pensado que sería bueno enseñaros cómo funciona”, dice, compartiendo abiertamente su enfoque característico. Es muy alto, pero se inclina sobre el torno con facilidad, dando forma a la arcilla. Explica que su corazón siempre ha estado en la cerámica, siguiendo el trabajo de su madre y su hermano. “Vengo de una familia de ceramistas y alfareros, siempre ha estado en mi vida”, dice. “Aunque no soy tan delicada como mi madre y sus platos floreados. Lo que yo hago es mucho más pesado”, añade, señalando los moldes con forma de planeta que hay en el suelo. Son de un tamaño enorme (llegan hasta la rodilla de Jaume) y se asemejan a dos lunas de forma tosca. También sus cuadros se hacen eco de los mismos colores blancos y polvorientos y de la plantilla circular.
Nunca una sola cosa
La obra de Jaume gusta por su reinterpretación de la forma. Con sus manos desnudas, crea objetos que parecen a la vez huecos y sólidos, casi oníricos pero enraizados en la naturaleza al mismo tiempo. En 2019, Jaume recibió el encargo del lujoso Can Aulí, en Pollensa, de crear una exposición mural que combinara miles de pequeñas macetas de cerámica en tonos blancos. Desde la distancia, su obra podría compararse con una costa de guijarros, pero decir que Jaume se inspira en el litoral mediterráneo (o en una sola cosa concreta) sería un error. “No creo en Dios. Creo en el alma de las cosas. No tienes que ir a ningún sitio para inspirarte, puedes encontrarla justo donde estás. Nunca se trata de un solo concepto sólido. Si las ideas cambian, también lo hace nuestra realidad”.
Cada pieza de cerámica de Jaume se elabora cuidadosamente en su taller cerca de Ses Salines y luego se calienta en un horno a más de 1000 grados. Cuando hay mucho trabajo, su pequeña sala está llena de miles de piezas cuidadosamente colocadas para su secado y pulido. Cuando el trabajo se aligera, Jaume disfruta cuidando sus ovejas y preservando el paisaje local con su pareja, la artista textil Adriana Meunié. “Todas las reglas están en la cabeza. Me tomo cada día como viene, compartiendo mi pasión con Adriana pero, en última instancia, haciendo mi propio viaje también”, dice, apagando su torno de alfarero y reflexionando sobre su trabajo. Otra creación destinada a causar una impresión duradera.
Texto de Rosie Foot
Photos de Sara Savage