La semana de octubre que pasaron en Mallorca Julie y Vincent Nilsson cambiaría sus vidas para siempre. Al visitar a unos amigos en el adosado renovado en Sóller en el que vivían se empaparon de la calidez mediterránea, como les suele ocurrir a los europeos del norte que están deseosos de sol. Degustaron la exquisita comida durante los distendidos almuerzos. Se maravillaron ante la arquitectura mallorquina y vieron cómo su hija de corta edad jugaba feliz en la plaza del pueblo junto con los hijos de sus anfitriones, que hablaban con la misma fluidez español y sueco.
Era la primera vez que ponían un pie en la isla, aunque a finales de esa semana, ya se estaba formando en sus mentes el reflejo de una idea: podían verse a sí mismos viviendo aquí. Tardaron unos meses hasta que lograron volver y, descongelando de nuevo sus huesos bajo el sol mallorquín, les volvió a embargar el mismo anhelo. Sin embargo, había muchos cabos sueltos y demasiadas preguntas sin responder.
El punto de inflexión se produjo cuando sus amigos de Estocolmo les hablaron de Beaumount Properties. Este equipo formado por tres personas (Ann, que tiene raíces suecas e inglesas, Marga, que nació en Sóller pero que también habla de forma fluida sueco e inglés y Alan, de Escocia), es muy sincero acerca de su visión: No siempre hemos trabajado en el mercado inmobiliario, pero éste es el mejor trabajo que hemos tenido y nos encanta.
Lo que todos comparten es una pasión genuina por Mallorca, así como unos valiosos conocimientos y experiencias sobre la isla. Fue Alan quien tranquilizó a los Nilsson en lo relativo a los colegios, Marga fue la que gestionó los papeles del ayuntamiento y Ann les buscó la vivienda perfecta, utilizando su amplia red de inmobiliarias asociadas hasta que les encontró un chalet completamente encantador en Bendinat que cumplía todos sus requisitos.
Gracias a la ayuda y al apoyo de Beaumount Properties, tenían todo lo que anhelaban: un entorno seguro con la escuela perfecta, su casa soñada en una excelente comunidad y un fácil acceso al aeropuerto, esencial para el trabajo de Vincent.
Hasta que conocieron a Ann y a su equipo, la idea de vivir en Mallorca solamente era una vaga quimera. Ahora para los Nilsson es una realidad y la disfrutan cada día.
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