The Brandy Club

Bodegas Suau, un paraíso para los amantes del brandy

El brandy es considerado como una bebida de lujo y sensualidad: debe servirse en una copa de balón de tamaño normal para adaptarse a perfectamente a la mano, ya que es el calor humano lo que lleva al brandy a su temperatura ideal de degustación. Si te atrae el placer de beber brandy, encontrarás tu paraíso en las Bodegas Suau, donde podrás adquirir tus propias barricas de este aromático oro líquido.

La empresa Bodegas Suau, fundad originalmente en Cuba en 1851 por el comerciante mallorquín Juan Suau y perteneciente, tras la guerra civil española, a las familias Barceló y Mora, se ubica en Pont D’Inca (Marratxí) en una antigua fábrica de harina. Sus dependencias, acorazadas por un muro de 1,80m de grosor, no dejan traspasar ningún tipo de ruido u olor externo, creando así un microclima que envuelve a innumerables hileras de barricas que almacenan este brandy de elaboración artesanal.

La fundación del club en el año 1992 surge de la idea de Angel Zuasti, un técnico de las bodegas (jubilado a día de hoy) que, conociendo la valía del producto, no dudó en lanzar la creación de un club privado llamado inicialmente “Amigos de Suau” con la finalidad de que los amigos del brandy pudieran degustar uno propio y personalizado. El concepto del club consiste en que cada uno de los socios compra una barrica de 32 litros de capacidad con una calidad extraordinaria, ya que la proporción de líquido en contacto con el roble es mayor que en barricas grandes. Su brandy reposa en las bodegas, pero sólo el propietario y los bodegueros están autorizados a manipular manualmente la barrica con la condición de que solamente se puedan extraer 8 botellas al año y ni una más, si se quiere que ostenete la marca Suau. Tal procedimiento permite que el licor envejezca aproximadamente un año cada año.

El brandy, un aguardiente obtenido de la destilación de vino blanco con un volumen de etanol del 36-40%, es envejecido, en este caso, en barrica de roble americano. Juana Barceló, gerente de la empresa, nos cuenta que “Aquí cada brandy y cada botella tiene su matiz particular, ya que hay barricas que tienen 19 años y otras que sólo tienen 3 años”. El brandy que se introduce es de 15 años y esas 8 botellas anuales hay algunos socios que las sacan todas por navidad; otros reparten la extracción durante todo el año ya que opinan que se daña la barrica si se sacan todas a la vez. Obviamente, esto significa que cada brandy es distinto y excepcional.

El privilegio exclusivo de los miembros del club es que cada botella está numerada y personalizada con el nombre de la barrica, el propietario, el destinatario y la fecha de embotellad. Las bodegas también se encargan de reponer el brandy que se pierde en el proceso de evaporación para que siempre siga con su lento proceso de envejecimiento. Juana explica que: “La ventaja es que pagas por un brandy de 15 años, pero si tu barrica tiene, por ejemplo, 10 años, estarás bebiendo brandy de aproximadamente 25 años”.

La empresa lleva un estricto registro de toda la información y ha establecido un “numerus clausus” por lo que el Club nunca excederá los 500 socios. En la actualidad, 448 de las barricas tienen propietario, restando la 449 que está pendiente de venta. La número 500 se preserva para la casa con la idea de subastarla para una causa benéfica. El precio original de las barricas es de 1.000€, más 25€ anuales en concepto de mermas, demás del brandy que se haya de reponer en función del consumo. Algunas barricas pertenecen a una familia, un restaurante o un grupo de amigos y, dado que desde su constitución, el club ha sufrido defunciones, divorcios y otras situaciones de ruptura, la barrica suele ser vendida por los propietarios o herederos a un precio establecido de forma privada.

Entre los socios se han formado grupos como el alemán, que representa un 30% de los miembros, aunque hay socios de todas las nacionalidades, diferentes estratos sociales y condiciones económicas. La gerente comenta que “tenemos miembros que son personas bastante famosas e incluso un Lord muy conocido e importante, aunque nosotros preferimos mantener su anonimato”. Como curiosidad, cabe destacar que el socio más joven del Club es menos de edad, ya que fue un regalo de su padre a cada uno de sus tres hijos, con la idea de que cuando sean mayores tengan un brandy fabuloso. A los socios que no viven en Mallorca se les envían las botellas requeridas, siendo hasta el momento el envío más caro a Canadá, aunque bastante justificado ya que el receptor cumplía 100 años y la botella era un regalo de un nieto a su abuelo.

Durante este tiempo, el Club ha forjado una hermandad, por lo que cada año se celebra una fiesta antes de navidad, que consiste en una jornada de puertas abiertas para todos los miembros del Club con barra libre de brandy. Una vez más, Juana comenta que “no hacen desastres, vienen aquí sin formalidades, se ríen y disfrutan de su amor por el brandy”. También muchos de los socios gustan de competir entre ellos y guardan una botella de cada año para observar los cambios en su color y la evolución de su calidad.

Los bodegueros Suau, embajadores de lo mallorquín, tienen un lema: “queremos que cuando se pida un brandy Suau se dé por sentado que es el mejor del mundo y que se fabrica en Mallorca”. La empresa ha sido objeto de deseo de varias firmas nacionales y extranjeras, pero la familia pretende mantener la mallorquinidad de su producto, siendo uno de sus objetivos “ser algún día portada del New York Times”.

Un maravilloso viaje a la historia de España y del Nuevo Mundo es la visita obligada a las Bodegas Suau, que con su larga tradición artesanal y la aplicación de sus antiguas técnicas, han creado un peculiar estilo y una nueva forma de entender y disfrutar del placer sensual de un buen brandy.

Contacto

Bodegas Suau

Carrer Cabana, 12, Pont d'Inca