La vida es demasiado corta como para no beber un buen champagne!
A la hora de elegir un champagne tenemos que tener claro algunos conceptos, como nuestro presupuesto, el tipo de champagne (fresco, vinoso, etc.), el momento y con quién lo vamos a tomar. Aunque parezca una tontería, estos últimos dos puntos son fundamentales. El champagne está hecho para compartir y una vez abierta, la botella tiene que morir, sino trae mala suerte al que la ha abierto.
Nunca se ha vendido tanto champagne en el mundo como ahora a pesar de la crisis mundial que padecemos desde hace unos años. Tomar una copa de este vino (porque es un vino) cuando uno se siente bajo de ánimo, es como tomar una aspirina cuando nos duele la cabeza. El champagne es mucho más que una bebida de moda de toda la vida, es una manera de vivir.
Cada marca o bodega tiene un estilo muy definido y la diferencia radica en que algunas marcas son más constantes que otras.
El champagne se elabora con 3 tipos de uva– una blanca: la Chardonnay y dos tintas: la Pinot Meunier y la Pinot Noir.
En Francia, en la región de Champagne, una vez elaborado el vino base (tranquilo) se guarda en tanques de acero inoxidable durante varios años antes de la segunda fermentación que se hace en botella. Esta última fase de la elaboración del champagne se llama “méthode champenoise”, o método tradicional.
La mezcla de los vinos tranquilos (Cuvée) y la proporción de cada variedad de uva determinan en gran parte el gusto y estilo de cada champagne, así como la proporción de vino de reserva.
Los tipos de champagne más representativos son:
- Los B.S.A. (Brut Sans Année o Brut), que representan el mayor volumen de venta. Es la categoría más popular.
- Los Vintages, procedentes de una sola cosecha, hechos para envejecer (hasta 30 años) y producidos en cantidades limitadas. Las mejores marcas no suele hacer más de 5 Vintages por década.
- Los Rosé (rosados), muy de moda. Perfectos para un aperitivo y con mucho glamour. Suelen ser más caros que un Brut.
- Los Blanc de blancs, elaborados exclusivamente con la variedad de uva Chardonnay. Este término lo creó la marca “Salon”, en 1905, que fue la primera marca en elaborar un champagne 100% Chardonnay.
Las Cuvée de lujo representan lo máximo de una bodega, en términos de calidad y sin tener en cuenta el precio, por lo que muchos no son accesibles para un consumidor standard. Son los mejores vinos de las mejores añadas en presentaciones de lujo y suelen costar 5 veces más que un Brut básico.
Un champagne para cada ocasión:
Para el consumidor que busca de un champagne fresco con buena burbuja y que trasmita alegría, se recomienda un Pol Roger Brut, un Delamotte Brut o un Taittinger Brut. Perfectos para el aperitivo.
El Henri Abelé es otra buena opción, quizá con menos complejidad aromática, pero más asequible.
Para acompañar una comida, tenemos el grupo más numeroso dentro de la categoría de los Brut. Los llamados clásicos. El Veuve Clicquot y el Bollinger, son dos champagnes muy vinosos con bastante cuerpo. Una opción más asequible, es el Pommery Brut Royal. Con un punto más de frescura encontramos el Billecart Salmon Brut, el Louis Roederer Brut Premier, el Gosset Brut Excellence y el Charles Heidsieck.
Estos últimos años los rosados han despertado una locura destacando entre otros Laurent Perrier Brut Rosé y el Billecart Salmon Brut Rosé. Hay otros más asequibles, pero el rosado no permite aproximaciones.
En cada clase de champagne encontramos una gran variedad de estilos, y es imprescindible probar varios para encontrar el que más nos guste. Al probarlos encontraremos un sinfín de estilos de vinos dentro de una misma calidad. Cabe recordar que una vez encontrado raramente seremos infieles a una casa de champagne.
Texto por Patrick Paulen – Sommelier