APelayo De Salvador le gusta profundizar en su profesión. Formación para agencias inmobiliarias; publicación de guías y artículos: este mallorquín conoce su profesión a la perfección. Una conversación con este experimentado abogado, que pasó siete años trabajando para el gigante de la abogacía madrileña Garrigues, ocupándose de grandes operaciones de renombre antes de regresar a Mallorca para fundar su propio bufete en 2013, podría estar plagada de tecnicismos. En cambio, explica las complejidades de la legislación española de una forma sorprendentemente sencilla.
Antes de hablar sobre los posibles escollos legales, levanta una botella de agua. “Cuando compras alguna cosa -esta agua, por ejemplo- sabes lo que estás comprando”, dice. “Pero cuando se compra una propiedad, no se compran sólo ladrillos; se compran los ladrillos y los derechos y obligaciones que conllevan.“Una botella de agua, te la bebes y ya está. Pero la casa, tienes que vivir en ella”.
10 AÑOS PROTEGIENDO UN SUEÑO
Pelayo describe la situación inmobiliaria española como “no complicada, pero sí difícil” y subraya la importancia de realizar comprobaciones minuciosas y diligentes. Evitar que la gente se meta en convierta su situación en una pesadilla es algo que hace todos los días, y lo hace con gran aplomo. “Una de las mejores partes de mi trabajo es que la gente tiene un sueño”, afirma entusiasmado, “y nosotros les ayudamos a evitar que su sueño se convierta en pesadilla. “Con conocimiento y pausa, de hecho, se puede ser más rápido”.
Cuando se trata de conocimientos, este dinámico abogado no se limita a hablar por hablar. Colaborador habitual de revistas del sector, también ha escrito libros sobre la materia y se mantiene al día de todo lo que ocurre en el mundo jurídico. Uno de los acontecimientos más significativos de los últimos años ha sido el cambio de gobierno y, con él, un cambio importante en la forma de aplicar la ley. “Las normas que eran correctas hace diez años ya no son válidas. Por ejemplo, antes era muy común construir partes ilegales en una casa. No había ningún problema, aunque la ley dijera que estaba prohibido. No había consecuencias legales futuras.”
Text by Anna Mason | Photos by Sara Savage
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