Joan Valent, maestro del minimalismo

El compositor mallorquín comparte con nosotros su amor y su preocupación por la isla

Joan Valent & Mariana Salinas

Joan Valent (Algaida, 1964) es un compositor y director de sólida formación. Estudió violoncelo, piano, análisis, composición y dirección en Palma y Barcelona. Más tarde, se trasladó a Los Ángeles, donde estudió composición clásica, Film Scoring y dirección de orquesta en la Universidad de UCLA.

“Joan es un artista en todo su concepto, en su forma de estar en el mundo”, señala su mujer, Mariana. Es el único español vivo que publica la compañía de música clásica Deutsche Grammophon. Ha sido director artístico del Festival de Música de Pollença y ha compuesto música para varias películas con directores como Álex de la Iglesia, Antonio Chavarrías, Agustí Villaronga, Sigfrid Monleón, o el documental ¿Cuánto pesa su edificio Sr. Foster?.

Tras varios años residiendo en México debido a su matrimonio con la mejicana Mariana Salinas, vuelve a vivir en Mallorca y esta vez con toda la familia. “Los últimos 10 años he estado muy vinculado al mundo del cine. Ahora he hecho un pequeño receso para lanzar un nuevo disco con Ainhoa Arteta y un grupo de cámara que se llamara Bitácora Poética. Otro proyecto que también me hace especial ilusión para dentro de un par de años, es organizar todos los veranos tres conciertos aquí, en el jardín de casa, con artistas como Plácido Domingo, Anna Netrebko o el violinista Daniel Hope y un máximo de 200 invitados”, explica Joan.

Fue nominado en 2014 a un Goya por la banda sonora de Las brujas de Zugarramurdi (Álex de la Iglesia), premiada finalmente en los Fénix. También a los Globos de Oro en 2015 por su trabajo en la película Birdman, de Alejandro González Iñárritu, y en 2016 ganó el premio Gaudí por su trabajo en El Rey de la Habana (Agustí Villaronga). Una destacada carrera que en su retorno a Mallorca ha querido homenajear el Círculo de Economía con un evento privado en el que Joan ofrece una conferencia e interpreta cuatros piezas inéditas de su próximo trabajo. Un acto solidario a favor de la Fundación Natzaret.

Inmerso en numerosos proyectos, no deja de preocuparse por los valores que más le importan: la conservación, el cuidado y el buen hacer. “La conservación me preocupa sobremanera. Vivo en una burbuja de paraíso pero puedo comprar un Cap Roig en el Mercado del Olivar, abrirlo y encontrar un plástico”, resalta preocupado por el bienestar de los mallorquines, de la tierra, del mar y del entorno. “La belleza hay que preservarla y no es por una cuestión de modas ecológicas o ser vegano, es una cuestión de cuidado. Con eso sería suficiente”, alude Joan.

 

A finales de los 90, cuando volvía de largas temporadas trabajando en Los Ángeles, Nueva York, Miami o Asia, se emocionaba contemplando cientos de molinos de agua de diferentes colores que veía en la carretera de Manacor. “Es una lástima que cada legislatura no mantenga el compromiso político de la conservación de la tierra. Esos molinos, que son tan importantes como la posidonia, daban vida a mi vista y ya no existen”, recalca.
Su mujer, escritora, poeta y vinculada a la historia política de México, es una enamorada de la Isla. “Vivir en Mallorca es como vivir en mi propio jardín privado. Además, siento que me ha otorgado infinita libertad”, explica Mariana.

Ella no conocía Mallorca pero si España ya que estudió en un internado en Inglaterra y sus mejores amigas eran españolas, entre ellas Sandra y Marta, las hijas de Amancio Ortega. Mariana y Joan se conocieron en Colombia durante el Hay Festival. “Volvía de Miami Basel tras un concierto con la sinfónica para el proyecto de Los Carpinteros. Al día siguiente salía para Cartagena con Alex de la Iglesia pero estuve a punto de no ir. Esa noche estaba invitado por el Presidente de Colombia a una fiesta que se celebraba en una isla a la que había que llegar en unas barcazas pero no llegue a tiempo. Ahí estaba Mariana”, relata. Con acierto, añade su esposa: “Gracias a llegar tarde, llegó a tiempo a su destino”.

Fotos: Sara Savage