No 1o llevamos más de un par de minutos en la tienda y ya nos preparan un café en una pequeña taza de cerámica y nos ofrecen sentarnos junto al mostrador. Los primos Joan y Sebas son la tercera generación al frente de Can Garanya, junto con una tercera socia, Joana. Durante nuestra conversación, su ajetreada reorganización de los productos y el reconocimiento de cada cliente demuestran que su entusiasmo no ha disminuido después de más de treinta años de trayectoria.
Un trío local
Can Garanya se compone de tres tiendas, cada una con el nombre de su número de calle. La primera tienda, la 51, fue fundada en 1928 por su abuelo, que era fabricante de cuerdas. Su principal negocio era la mercancía de esparto que vendía a los agricultores de la zona. Aquella primera tienda de la esquina aún conserva un aire tradicional con sus estanterías de alpargatas y “babutxes”, elegantes fedoras y escobas de palma seca colgando del techo. Contrasta con la tienda 30, situada un poco más allá. Inaugurada en 2004, la tienda 30 se dedica a los zapatos y bolsos de diseño contemporáneo, entre ellos la marca ecológica Planet B y la marca vegana barcelonesa Duuo.
Apoyo a los artesanos
Nuestra entrevista tiene lugar en la tienda más grande, la 40. Se trata de un espacio fluido repleto de decoración para el hogar y regalos que transmiten un relajado aire mediterráneo. De Mallorca, hay cristalería soplada a mano, vajilla de cerámica blanca, silbatos de barro típicos del siurell, cuchillos con mango de cuero, alfombras de fibra natural y abundantes artículos de mimbre y cestas de hierba tejida. Joan nos cuenta que llevan vendiendo productos mallorquines mucho antes de que estuvieran de moda y que seguirán vendiéndolos independientemente de que las tendencias cambien. “Somos románticos y amamos nuestro pasado”, dice Joan, “pero tenemos que ser prácticos o no podremos vivir de esto”. Eso se traduce en que también apoyan a artesanos de todo el Mediterráneo, Andalucía, Salamanca y Portugal.
El hombre que ha nos preparado el café resulta ser el hijo de Sebas, Sebastià, y es la 4ª generación. Nos preguntamos qué cambios se están produciendo. ¿Vendrá algún día Can Guanya a la capital? “Poner una tienda en Jaime III no nos entusiasma”, dice Joan. “No es nuestro barrio, nuestra calle, nuestro ambiente. No es que nos hayamos conformado, es que nos gusta así”. Un transeúnte se detiene para invitar a Joan a tomar algo, lo que da lugar a una conversación amistosa sobre las clases que quieren tomar en el ayuntamiento local. Aunque no todo lo de Can Garanya se hace en Mallorca, es evidente que está tan arraigado en la comunidad de Manacor que no se puede imaginar la isla sin él.
Text by Emily Benet
Photos by Sara Savage