Un viaje de hilo y aguja

Toni Oliver Pons sobre la magia de Fil Suites

La historia de FIL Suites es como un tapiz artesano. En las puntadas de su anterior vida como fábrica textil, el edificio que ahora alberga estos excelentes apartamentos atesora un curioso pasado. Al entrar, pasamos bajo un arco de piedra mallorquina que lleva a una habitación adornada con diseños pintados a mano de finales del siglo XVIII. Nos preguntamos por los secretos que guardan estas paredes mientras atravesamos el patio medieval. Aquí, Toni Oliver Pons, socio de FIL Suites, nos recibe con calidez y afabilidad. Es un hombre con mucho que contar.

El edificio, que ha sido remodelado para acoger 21 apartamentos y 10 habitaciones, exhibe muchos elementos arquitectónicos originales. Toni señala la pared de la recepción y explica que su recuperación se hizo con meticulosa atención al detalle. Seguimos con la vista sus indicaciones hasta dar en la pared con un tenue trazo de color rojo y azul marino. Parece un motivo decorativo, pero resulta ser parte de una plantilla que se pintaba a mano para luego ser reproducida en la fábrica. Ahí, en esos restos de pintura seca, se halla el origen de gran parte de la tapicería tradicional mallorquina, el nacimiento de lo que hoy vemos en tantos cojines y bolsas.

Subimos las escaleras que parten de una esquina del patio y que nos permiten ver la obra de rehabilitación desde otra perspectiva. Elaborados relieves lucen en las paredes como sombras, como reminiscencias de las vicisitudes históricas del edificio. Relatos de una Mallorca devastada por la guerra retrotraen al pasado de la zona, donde ahora se levanta un viejo olivo, tan inmune al paso del tiempo como el cielo bajo el que se cobija. Un aire fresco nos golpea y Toni sonríe cuando le preguntamos por los inviernos aquí. Si en otro tiempo era cuestión de ponerse varias capas de ropa y atrancar puertas y ventanas, ahora se trata de aprovechar la calefacción por suelo radiante y arroparse con un lujoso edredón. Pensamos en tal comparación, mientras entramos en uno de los apartamentos en un elocuente silencio, que nos lleva a reflexionar sobre lo lejos que han llegado los lujos de la vida moderna.

Salimos con Toni a la terraza de uno de los apartamentos de FIL Suites, que da a la singular plaza de Raimundo Clar. Nos habla de la comunidad que se ha creado aquí y se refiere a los propietarios de los comercios cercanos como si fueran sus familiares, destacando su talento, el de aquel que hace el mejor zumo de naranja o que prepara las mejores tapas. Nos fijamos en cada uno y no podemos evitar destacar el restaurante La Vieja, que por sí mismo ya ha hecho de esta plaza un lugar interesante. Entre árboles y bancos, hay un ambiente animado que Toni diferencia del que había hace unos años. La revitalización de esta zona de Palma se debe, a su decir, al espíritu de comunidad, que es el que ha recuperado un espacio urbano antes inactivo. Abre los brazos ante el panorama y señala el positivo efecto que FIL Suites ha ejercido sobre la zona, al traer a visitantes de toda Europa a este pequeño rincón de la Palma histórica. Acaba el gesto con las manos y pronuncia tres palabras: “¿Zumo de naranja?”. ¿Quién podría resistirse? Atravesamos la plaza y nos dirigimos al Café La Fabrique D’art, donde sin duda nos llevamos a la boca el sabor de Mallorca.

El corazón de Toni late por su ciudad y por eso FIL Suites ofrece un ambiente cálido y familiar. Es un tejido que enlaza pasado y presente, visitantes y residentes, en total sintonía con su pasado de aguja e hilo.

Photos by Sara Savage

Contacto

Fil Suites

Carrer de la Ferreria, 14, Palma