
“No todo tiene que estar disponible todo el tiempo”, dice Toni Durán, copropietario de Ca’n Beneït. “La estacionalidad tiene su valor”. En esta finca tranquila y radiante, el lujo adopta una forma más suave. Está moldeado por las estaciones, la hospitalidad sincera y la creencia de que los placeres sencillos, ofrecidos con cuidado, pueden resultar extraordinarios.
Una herencia de sencillez y propósito
El nombre Ca’n Beneït, que significa “la casa bendita”, se remonta al siglo XIII, cuando esta tierra fértil se extendía por las colinas boscosas de Binibona. “Siempre fue agrícola”, dice Toni. “Aceite de oliva, madera, cítricos… los mismos árboles siguen aquí, algunos con más de 500 años”. Su molino de aceite de oliva, una máquina de vapor de 250 años de antigüedad, sigue funcionando suavemente cada invierno.
Hoy en día, los huéspedes no solo son bienvenidos para alojarse, sino para sentirse como en casa. Pueden pasear por los olivares al amanecer, degustar naranjas de árboles traídos hace mucho tiempo desde Sóller y comer pasteles elaborados con sus propias frutas. Los huevos proceden de un joven granjero de la zona. “Solo tiene 25 años. Y eligió la agricultura, un camino de trabajo duro, no de comodidad. Eso significa algo.”
El lujo de dejarse llevar
Aquí, el lujo no requiere de grandes espectáculos. Se encuentra en los detalles: ropa de cama suave, luz cálida y la tranquila anticipación de las necesidades. A la segunda mañana, su café, quizás con leche de almendras, y el Earl Grey de su acompañante, aparecen sin necesidad de decir nada. Las bicicletas esperan junto a la puerta para aquellos que quieran explorar el valle sin necesidad de coger el coche.
Cuando no es temporada de naranjas, hay otra fruta. Quizás sean uvas, quizás higos. “Explicamos el porqué”, dice Toni. “Y los huéspedes lo aprecian”. Aquí, vivir sin prisas significa tomar la ruta panorámica, tanto en sentido literal como metafórico. Por la estrecha carretera que lleva a Binibona no hay atajos, ni los hace falta.
CASES DE SON SERRA – DONDE LA QUIETUD ENCUENTRA SU FORMA
“Elegimos materiales con alma y memoria”, reflexiona el equipo detrás de Cases de Son Serra, una colaboración entre la empresa constructora Consfutur y los arquitectos Bernat Oliver y Javi Márquez de BO-ARQ. Aquí, la restauración se convierte en un diálogo silencioso. Cada habitación se abre a las montañas más allá, y nada habla más alto que el silencio.
Una conversación entre el pasado y el presente
Escondida en las laderas sobre Bunyola, Cases de Son Serra es un lugar para hacer una pausa. La possessió original del siglo XVIII tenía presencia: audaz, sobria, sin adornos. Ese carácter se mantiene. “Desde el principio, sabíamos que teníamos que preservar su esencia rural”, explica el equipo de Consfutur y BO-ARQ. “Nada podía distorsionar su vínculo con la tierra”.
La renovación respeta esa sobriedad. Se eligió la piedra de Binissalem, cálida y cargada de siglos de historia mallorquina, por su resistencia y su sentido de pertenencia. La madera recuperada respira en los techos y los marcos de las puertas. A través de aberturas de líneas limpias, la Tramuntana se despliega como un cuadro en movimiento. “El paisaje fue una guía silenciosa en todo momento”, añaden. “La casa tenía que fundirse con él, no competir con él”.
Una forma más pausada de habitar el espacio
Esta casa ha sido cuidadosamente renovada para dejar entrar más: más aire, más luz, más silencio. Es un espacio hecho para escuchar. Se oye el crujir de la madera vieja, el eco de los pasos sobre la piedra, el silencio que se instala al atardecer.
Los descubrimientos inesperados durante la renovación, desde arcos originales hasta muros estructurales ocultos durante mucho tiempo, se convirtieron en regalos en lugar de obstáculos. “Profundizaron la autenticidad del proyecto”, afirma el equipo. Cada adaptación se realizó con cuidado y claridad de propósito.
“Esperamos que la experiencia sea casi sensorial. Que la gente perciba la serenidad del entorno, la honestidad de los materiales y la armonía de los espacios. Que inspire una reconexión con una forma de vida más consciente, más lenta y más auténtica. Una Mallorca más profunda, lejos del artificio, para ser vivida en lugar de solo observada”.

