¿Nos guardas el secreto…?

¿Deberíamos compartir lo bonito de la isla o simplemente no decir nada?

Un reciente mensaje de uno de nuestros lectores llegó al buzón de abcMallorca causando un extraordinario grado de interés y de debate en la oficina. Empezó dándonos las gracias por nuestra revista tan informativa y práctica a la hora de recomendar nuevos restaurantes o eventos (¡no hay de qué!). Sin embargo, continuó quejándose de la tendencia que los «medios de difusión» tienen de compartir «secretos locales» con el resto del mundo, fastidiándolo así para los residentes locales que han logrado con esfuerzo mantener el secreto entre ellos.

En concreto, habíamos mencionado su playa local favorita y relativamente desconocida en un artículo sobre «lugares escondidos» y les daba miedo que se produjera una «invasión» de turistas en consecuencia.

Resulta innegable que los periodistas tengamos una – algunos dirán insana – obsesión por dar con el «lugar secreto», la «playa virgen», el «tesoro escondido». Mientras que los top 10, 20 o 50 de esto, aquello o lo otro siguen siendo fundamentales en la redacción de viajes, se teje en la industria la búsqueda de algo nuevo, una primicia, si se quiere llamar así.

El problema se ha acentuado más en Mallorca, donde ya se ha adentrado el turismo descontrolado, provocando así un impacto en numerosas zonas de la isla. Mientras muchos de los veraneantes son felices apretujándose en una playa concurrida, o aventurándose un poquito más lejos del bar de la piscina del hotel, muchos buscan un poco más de sustancia. Y no se puede culpar a los turistas por venir a la isla y buscar la Mallorca más auténtica, cenar donde lo hacen los residentes, ir de compras en mercados tradicionales y descubrir las calas intactas alejados de las masas turísticas.

Según la asociación de restaurantes de Mallorca, este verano ha tenido lugar una bajada de la facturación del 20 % (atribuyéndolo al impacto negativo de la nueva normativa de alquileres vacacionales). Y mientras los restaurantes de los concurridos complejos turísticos más conocidos al menos están garantizados con bastante comercio pasajero, los restaurantes más pequeños e indepenientes están más expuestos a sufrir el pellizco.

Una buena reseña o incluso una mención puede sacar a la luz un restaurante que de lo contrario apenas se conoce. Y mientras los residentes puedan criticar la afluencia de turistas, serán pocos los establecimientos que eludan el beneficio adicional.

Otro tema es que nosotros escribimos tanto para el residente permanente como para el visitante pasajero. Nosotros, que vivimos aquí, tenemos tanto interés, o incluso más, por explorar, aprender y experimentar nuestra isla de residencia más allá de las atracciones turísticas evidentes y ultra demandadas. Todos somos culpables de querer escapar de las multitudes y encontrar nuestra pequeña parte de paraíso para disfrutarla.

Pero mientras por un lado podríamos decir que tenemos un deber con nuestros lectores de compartir todo lo que es maravilloso, único y mágico en la isla en la que vivimos, puede que también tengamos la responsabilidad de mantener las zonas vírgenes precisamente así, vírgenes. La ironía lógica es que una vez que se comparte un secreto ya deja de serlo, cuando se expone un tesoro escondido, normalmente se desprestigia, y si las personas suficientes se enteran de la existencia de una playa virgen, no permanecerá mucho tiempo así.

Básicamente, siempre existirá tensión entre la necesidad de proteger la isla – tanto su carácter local y su belleza natural – y el insaciable impulso humano de nuevas exploraciones y aventuras.

En abcMallorca continuaremos celebrando y compartiendo nuestros conocimientos, experiencia y amor por la isla, a la vez que animamos a todos a que traten ese secreto especial, lugares escondidos, con el respeto y cuidado adicionales que se merecen.