El Tiempo, Un Lujo

¿Estás disfrutando de los frutos de tus semillas?

Una de las temporadas del año más bonitas en Mallorca la vivimos en los meses de octubre hasta finales de enero, cuando se han ido los turistas, y los cielos azules le dan a la isla una luz única y brillante. Te sientes realmente afortunado de vivir en un lugar tan precioso.

De camino al trabajo conduciendo por el Paseo Marítimo, me distrae la increíble cantidad de lujosos yates que se ven en el puerto de Palma. Y a veces me pongo a pensar en los propietarios de esos yates, ¿quiénes son? ¿Dónde viven? ¿Cuántas veces al año consiguen venir a disfrutar de su lujoso estilo de vida a bordo de su yate? ¿Se están matando a trabajar en una aglomerada y contaminada cuidad del hemisferio norte para poder pagar su estilo de vida de lujo? ¿No se dan cuenta de que el verdadero placer de ser propietario de semejante lujo es disponer del tiempo para disfrutar de ello junto a su familia y amigos?

Ese es el principio de mi historia sobre la relevancia del tiempo y su impacto sobre el lujo. ¡La diferencia entre tener y ser! El lujo no es tener lo último en moda o presumir de un nuevo y llamativo deportivo – el lujo no es provocar envidia; el lujo, tal y como lo definimos, es llegar a sentirse realizado – no la gratificación por que sí.

El mundo moderno, con todas sus exigencias, cambios constantes y su presión por la gratificación personal instantánea, puede llegar a cansar; de allí la razón por la que tanta gente – sobre todo los pertenecientes a la generación X (nacidos entre 1960 y principios de 1980) ya no se conforma con dedicar su tiempo a trabajar y perderse lo bonito de la vida. Buscan un estilo de vida alternativo basado en la calidad, y no en la cantidad.

En los años 70 un politólogo llamado Edward Banfield sugirió una teoría en su libro La Ciudad Infernal (The Unheavenly City) que causó revuelo. Afirmaba que cambiar la perspectiva a largo plazo era la manera sencilla de unirse a las clases élites. Banfield proponía que la gente de ‘clase baja’ era así por su extrema ‘orientación en el presente’ porque siempre vivían el momento. Alegaba que no estaban dispuestos a pensar en el futuro en cuanto a la educación y que no ahorraban dinero para poder permitirse algo importante en el futuro. Cuanto más subías la escala social, más te encontrabas con gente orientada al futuro, gente más dada a retrasar la gratificación por un objetivo futuro.

Banfied, y otro reconocido autor, Tom Butler-Bowdon – en su reciente libro Nunca es tarde para ser grande (Never too late to be Great) – alegan fuertemente que lo que separa a los ricos (en todos los sentidos de la palabra) de los pobres en la sociedad es la manera en la que aprecian el tiempo. “Las clases no eran cosa de riqueza, educación o estatus social, sino un conjunto de valores y actitudes relacionados al tiempo que se estaban transmitiendo de una generación a la otra”.

Marcarse el camino para salir de la pobreza y formar parte de las clases medias no es fácil, pero existen oportunidades reales de movimiento entre clases en la mayoría de los países desarrollados (menos quizás en India donde el sistema de las castas sigue siendo fuerte). Pero la clase más pobre sólo se aprovechará de estas oportunidades cuando en sus decisiones diarias tengan en cuenta al futuro; por ejemplo ahorrar ahora para poder educar a sus hijos en el futuro.

Otro ejemplo sería el de una mujer que se decide a comprar un vestido nuevo para una ocasión especial. ¿Decide ahorrar para comprarse un vestido único de diseño – una pieza eterna que seguirá igual de fantástica dentro de diez años? ¿O acude a una tienda cualquiera para comprarse algo que le gusta, sabiendo, que tras habérselo puesto tres veces ya se habrá cansado de él?

Un artículo de lujo es a la vez intemporal y contemporáneo. Dicho de otra forma, un artículo de lujo tiene que aparentar a la vez moderno y a la vez lleno de historia; según Kapferer & Bastien en La Estrategia del Lujo, para conseguir esta contradicción las prendas de marca llevan el sello de algo que transciende el tiempo mientras siguen teniendo la apariencia de algo moderno, por ejemplo Hermés (fundado en 1837), Louis Vuitton (1854), Gucci (1921).

El objeto de lujo es perdurable y hasta aumenta en valor con el tiempo – como un vino gran reserva, un bolso clásico de Chanel o un mueble moderno y clásico. Lo mismo pasa al comprar un coche. Una vez le colocas la matrícula a un coche nuevo, su valor cae un 30%. Mientras tanto un coche clásico irá incrementando en valor durante el tiempo, y el nivel de incremento dependerá de cuántos ejemplares del mismo modelo existen.

Los materiales usados en productos de lujo se eligen para que resistan al paso del tiempo y para que vayan haciéndose más atractivos. El tiempo sólo sirve para realzar el objeto y para añadirle más carácter, que a la larga lo hace único y singular – como una butaca de piel o una pieza de equipaje de Louis Vuitton.

Todos los productos de lujo deberían llevar la huella de un artesano, elaborados a mano a la perfección y deberían venderse de un individuo a otro. Esto explica el dilema que las marcas de lujo tienen con el Internet; promociona valores muy diferentes a las tradicionales características del lujo (un tema que nos reservaremos para otro día).

El regalo del tiempo
Una creciente industria global es la que ofrece servicios a los ricos, como un servicio personal de conserjería – para que aquellos que ganan fortunas anuales como los banqueros o financieros pero que no tienen tiempo para gozar de los frutos de su trabajo puedan disponer de más tiempo para disfrutar de los placeres de la vida.

“El servicio es el futuro del lujo,” afirma Emmanuel Isaia, director de Luxemode – una mezcla de servicios de conserjería y estilismo; ayuda a sus clientes a ahorrar en la comodidad más valiosa de todas: el tiempo. “Mi trabajo consiste en hacer que sus vidas sean más agradables – me ocupo de los detalles para que puedan centrarse en cómo quieren pasar su tiempo.” Este es sin duda el mayor lujo de todos, tener la libertad de elegir qué hacer; dónde y cuándo quieras. ¡Tanta gente se olvida de este detalle tan importante!

Como muchos lujos – incluidos los suntuosos yates amarrados en Palma – son juguetes para aquellos que aspiran llegar a un estatus en vez de para aquellos que en realidad han alcanzado el éxito. ¡Yo diría que los realmente afortunados son los que disponen de tiempo para disfrutar del placer que es vivir en una preciosa isla del mediterráneo durante todos los meses del año!