Después de unas obras de tres años, Magnus Ehrland, diseñador del nuevo hotel El Llorenç Parc de la Mar, se alegra de enseñarnos el tan esperado resultado. ¡Y qué resultado! Las puertas de entrada dan paso a un suelo de dibujos cúbicos, una intrincada idea que surgió de atrevidos bocetos y de un trabajo hasta altas horas de la noche. Durante años, Magnus ha centrado su carrera en el mundo de la moda, que destaca, sobre todo, por incluir un trabajo para el gigante Diesel, con el que se sintió satisfecho durante mucho tiempo. Sin embargo, surgieron nuevos pensamientos creativos y Magnus, con su “biblioteca de ideas”, decidió orientarse hacia el interiorismo.
Hace un tiempo, en nuestra primera visita a El Llorenç, recorrimos el hotel con Magnus entre el polvo de las obras y cables colgantes. Nos cautivaron sus reflexiones de “esto irá aquí” e “imagina eso allá”, que eran tan detalladas que, entonces, resultaban difíciles de imaginar. Pero hoy la historia es diferente. Su hotel es atrevido, destaca por su pulcritud y rezuma confianza. Una sorprendente combinación de mosaicos de azulejos, tallas de estrellas árabes y diseños con diversa vegetación. Magnus es un maestro enmarcando espacios y nunca tiene miedo a jugar con las expectativas. Nos dice que, debido a la saturación de hoteles de lujo en Palma, tuvo que ser valiente, hacer cosas diferentes y seguir su instinto. “Se trata de crear una mezcla de lo antiguo y lo nuevo. Odio que las cosas se pasen de moda; es molesto. Siempre busco lo atemporal, un estilo auténtico que perdure”.
Nos muestra el restaurante del hotel, DINS, y nos maravilla su juego de latón dorado y madera oscura. Una elegante barra rodea la cocina, donde puede verse al famoso chef Santi Taura hacer su magia culinaria. Magnus coloca la mano en la superficie de la barra, y suponemos que es una pieza de la que está particularmente orgulloso. Confirma que lo es, pero indica que costó lo suyo. Al principio, la barra se ensambló a una altura incorrecta, así que luego tuvo que ajustarse a la postura de los comensales. Todo interiorista o director de proyecto se conoce la historia. Un malentendido. Un problema de comunicación. Una normativa imprevista. En cualquier situación, Magnus cree que hay que saber adaptarse. “Cuando te enfrentas a restricciones, normas o regulaciones, tienes que adaptarte. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo cambiarlo? Siempre aprenderás algo nuevo”. Se ríe, reflexionando sobre los “errores” y cambios de última hora, que, a su decir, casi siempre acaban mejorando la idea original. La barra incluida.
Mientras caminamos con Magnus por el hotel, vemos algo que admirar en cada rincón. Cada dos pasos, nos detenemos para contemplar alguna de las 342 obras de arte que cuelgan de las paredes. Magnus está encantado de que lo hagamos, feliz de que su colección esté ralentizando la visita. “Nunca se trata de ir de A a B”, dice, señalando fotos de la arquitectura de Palma, tomadas desde ángulos interesantes. “Hay demasiadas personas que caminan mirando el móvil. Estas fotos hacen que la gente, por lo menos, reduzca la velocidad. Te hacen parar y mirar los detalles”.
Desde una piscina con cálida iluminación anaranjada hasta una terraza en la azotea con tumbonas de celosía, el talento de Magnus radica en descubrir el carácter a través de los detalles. Nada se deja al azar; siempre hay algo que atrae e invita a ser observado de cerca. Al igual que su perpetuo patrón de estrellado árabe, la creatividad de Magnus no se acaba, mientras se prepara para diseñar otro hotel, en el norte de Mallorca. ¿Algún consejo para otros diseñadores? No duda en su respuesta: “Haced algo que nunca antes se haya hecho”.
Fotos: Sara Savage
Arquitectura: Mauricio Fuertes
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