IDesde su estudio en el casco antiguo de Palma de Mallorca, Lola Álvarez -como se la conoce en el entorno artístico -, muestra su tesoro más preciado, una lente Pezval de 1860. El espacio es relajante y sencillo, a un mundo de distancia de su vida anterior en Los Ángeles, donde nació Eva, su primera hija y desde donde se mudó con su familia, hace ya 11 años. “Nadar en el frío mar, hacer senderismo y sentir el poder de la naturaleza, es lo que despierta mi expresividad más profunda y un sinfín de ideas empiezan a fluir”, comenta con su genuina dulzura y asertividad.
Pasión e influencia
Lola estudió Bellas Artes en el Chelsea College de Londres, donde se formó en pintura, ilustración y técnica mixta. Pero fue su colaboración con el prestigioso artista Geoffrey Berliner, hace 7 años en Utah, lo que le hizo descubrir su verdadero camino, la técnica del ambrotipo. Uno de los procesos más fascinantes y emocionantes, no sólo por su particularidad sino también porque revolucionó la fotografía en su momento, allá en el 1858. “Necesitas mucha pasión y dedicación, porque el proceso es altamente especializado. Me metí de lleno en los programas de Penumbra Foundation NY para aprender”, explica con su mirada sincera, llena de una fuerza interior heredada de sus ancestros gallegos.
Joni Sternbach, ha sido otro de sus grandes referentes, y con quien tuvo ocasión de colaborar en Biarritz, tomando fotos de surfistas que posteriormente se expondrían en Paris Photo. El factor determinante surgió una vez instalada en las montañas en Campanet, Mallorca. “El momento más poderoso llegó cuando comencé a elaborar mis propios productos químicos y tomé el primer retrato de mi hija Eva. Todos los elementos se unieron para capturar mágicamente su sosegada intensidad y su naturaleza elegante. Lloré de alegría, porque al ser principiante, la complejidad del proceso es muy frustrante, pero los pequeños triunfos superan las decepciones. Esta es mi obra favorita, no sólo porque es de las más exitosas, sino porque conseguí reflejar su personalidad más auténtica”, relata Lola. Una foto que formó parte de su exposición en Zürich el pasado enero.
Capturando el espíritu
Cada imagen se imprime en una placa de acero, es única e indestructible y conlleva cierta imperfección que Lola define como “realismo”. Su instinto visceral y la observación son sus guías cuando se trata de retratar a lo que es su circulo más íntimo. “Cada persona tiene un misterio por descubrir. Una de mis musas es mi sobrina Elisabeth, que estudia diseño textil en Bruselas, y cuyas creaciones luce en las fotos. También me divertí muchísimo fotografiando a Ivonne Strahovski (El Cuento de la Críada) para Glamour UK. Fue todo un reto y una gran experiencia trabajar en Canadá a temperaturas bajo cero para una edición de verano. Por otro lado, uno de mis sueños sería captar el espíritu de la antigua generación que esta desapareciendo de los pueblos de Galicia y con la que me siento muy conectada”, relata con su exquisita sensibilidad.
Y mientras posa, sentada en las escaleras de su estudio, Lola confiesa que ella y su marido adoran Mallorca, su bucólico paraíso y parte de su esencia e inspiración diaria. A pesar de tener que pasar largos periodos de tiempo fuera por trabajo, anhelan volver y reconectar con sus amigos de aquí. “Mi hija pequeña nació en Campanet, por lo que ya acumulo muchos momentos importantes en la isla”, concluye, al tiempo que su silencio se ilumina con su radiante sonrisa y una empatía sumamente acogedora.
Photos by Sara Savage