La historia detrás de los icónicos taburetes Saturn de La Pecera comienza como tantos otros éxitos en la historia del diseño: una manifestación explosiva de romanticismo e idealismo. “No tenía muchas posibilidades económicas, y sólo pude encontrar un pequeño local con la fachada de cristal. Inmediatamente pensé en pintarlo en color plata para diferenciarlo de los demás. El resultado estético fue la apariencia de una gran pecera”, relata Marlene. Y nunca mayor metáfora que alude a su casi obsesiva tarea por la preservación de la cultura y tradiciones mallorquinas.
“No nos parece interesante esta faceta de la globalización que hace que los comercios sean los mismos donde quiera que vayas. Cuando viajas a Mallorca quieres encontrar productos autóctonos, no los mismos que encuentras en Berlín, Londres o cualquier otra ciudad”, señala. En La Pecera solo hay muebles, objetos y accesorios, producidos exclusivamente en Mallorca y a mano por artesanos, cada uno de ellos, maestro en la manufactura de un material diferente. Son artículos km 0, sostenibles, realizados con materiales naturales autóctonos, que no generan desechos.
La impronta de Marlene viene marcada por sus estudios de Diseño de Interiores en la Barcelona de los años 80, época de plena efervescencia creativa, en un entorno tremendamente transversal, donde diseñadores emergentes y consagrados compartían ideas que rápidamente se exponían en los espacios más emblemáticos. Después, ingresó en La Escuela Politécnica de Milán, para estudiar Diseño Industrial y al finalizar, regresó a Mallorca para ejercer como Directora Creativa de la marca de calzado Carmina Shoemaker (con producción 100% en Mallorca) donde lleva varios años y continúa, paralelamente al ejercicio de su auténtica vocación con La Pecera, su propio espacio de piezas de diseño, proyectos de interiores y asesoría.
“Los Taburetes Saturn con asiento de palma (palmito mallorquín) fue la primera pieza de nuestra colección, y define muy bien el complicado trabajo que realizamos. En su manufactura intervienen cuatro artesanos. Producimos pocas piezas, únicas, ya que al estar hechas a mano y con materiales naturales, no hay dos iguales. Al principio, era un handicap, porque no podíamos servir las cantidades que nos pedían. Ahora, lo entendemos como un valor añadido y ello no impide que tengamos clientes de todo el mundo”, relata. Y es que sus muebles se encuentran en las casas de famosos y personalidades destacadas tanto a nivel nacional como internacional cuyos nombres, Marlene prefiere mantener en el anonimato.
Marlene pertenece a MADE IN MALLORCA, un grupo de diseñadores, productores y artesanos a los que les une la pasión por conservar y recuperar los oficios artesanos de la isla. “Como colectivo hacemos exposiciones conjuntas, acudimos a ferias internacionales y otras acciones que suman”. Ve el futuro con optimismo a pesar del peligro de que algunos oficios desaparezcan al estar en manos de gente mayor sin sucesión. “Además de nuestro territorio, nuestro legado artesanal también debería estar protegido como parte del patrimonio, creando escuelas o integrándolo en la formación profesional. Si fuéramos conscientes de su valor, no dejaríamos que esta isla, limitada en recursos, fuera engullida por un turismo de masas sin cultura al que lo único que le importa es coleccionar selfies”.
Fotos de Sara Savage y José Taltavull
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