Convertirse en escritor, un sueño hecho realidad

Esto es lo que necesitas para conseguir lo que sueñas, según David Coubrough

David Coubrough

Nos encontramos con el autor británico David Coubrough en Deià, donde está ambientada la novela que acaba de publicar, Death in Deià. Es un placer reunirse con él en los hermosos jardines del hotel Belmond La Residencia, donde estamos rodeados de “la tranquilidad de Deià”, que tan bien conoce David. El paisaje accidentado de Mallorca y las sinuosas carreteras configuran el telón de fondo de su apasionante relato sobre un asesinato, que es una secuela de su primera novela, Half a Pound of Tuppenny Rice.

David explica que, tras una acelerada carrera en el mundo de los negocios, por fin se decidió a centrar su atención en la escritura. Siempre había sido parte de su existencia; pero, como la mayoría de los escritores sabrán, no es fácil encontrar el tiempo para dedicarse a ello por completo. “Siempre tuve el deseo de crear espacio en mi vida para poder escribir”, explica, pero su cargo como director ejecutivo de una empresa turística lo hacía difícil. Desde la apertura de una oficina en Hong Kong hasta la compilación de hojas de cálculo, siempre tuvo que dejar su creatividad de lado. No obstante, hace seis años, decidió vender un negocio y eso le dejó un par de días a la semana para escribir, mientras seguía trabajando el resto del tiempo. “Con tantas ganas de escribir, ahora ya no podría parar ni aunque quisiera”, comenta, emocionado de anunciar que hay una tercera novela en camino, esta vez ambientada en la Toscana.

David es sincero sobre su trayectoria y admite que no fue fácil publicar su obra. Tras acabar Half a Pound of Tuppenny Rice, una novela policíaca cuya acción transcurre en St. Ives, en Inglaterra, pidió ayuda a amigos y conocidos. “Ponte en contacto con todo el mundo del sector literario”, fue el consejo que le dieron. De ahí que David recurriera a un viejo amigo de sus tiempos de estudiante, el famoso escritor Anthony Horowitz. Pronto comenzaron a intercambiar correos electrónicos, y David se alegró de que Anthony se prestara a leer su obra. Sin embargo, la cosa no salió tan bien como esperaba. “Al cabo de unas seis semanas, recibí un mensaje que decía: ‘Querido David: Me enviaste tu novela. Realmente desearía que no lo hubieras hecho. No me ha gustado nada de nada’”. David se echa a reír y añade: “Francamente, no podría haber sido peor”. Desde la distancia temporal, tiene gracia, pero David admite que entonces tocó fondo. “No podía estar en peor situación y tenía que empezar a salir de ella”. Y eso es lo que hizo.

Half a Pound of Tuppenny Rice fue bien recibida por su intrincada narrativa y sus momentos de pronunciado suspense. Desde su reciente publicación, Death in Deià ha recibido similares valoraciones. Se ha vendido bien, particularmente en Londres, donde su anuncio se ha visto en el metro y en vallas publicitarias de toda la ciudad. La narración sigue a los mismos personajes de la primera novela, pero también funciona como un relato independiente, como bien remarca David.

David cree que su creatividad se vio estimulada por la energía de Deià, que es hermosa y oscura. “Hay una especie de melancolía en Deià. A menudo hay un cielo realmente melancólico que alimenta esa sensación de augurio”. Y eso es lo que creó el telón de fondo perfecto para su novela. Su esposa, Victoria, también se sintió inspirada por la energía creativa de Deià y dio rienda suelta a su pasión por la pintura. De hecho, la portada de Death in Deià, con un olivo que hay en los terrenos de Belmond La Residencia, es obra suya. Nos dirigimos a ver el famoso árbol, y David reconoce lo afortunado que se siente al compartir su historia e inspirar a otros. Con frecuencia, da charlas en eventos literarios celebrados en el Reino Unido para transmitir la idea de que nunca es demasiado tarde para apostar por lo que nos apasiona. “Si realmente quieres hacerlo, decídete y prepárate para el rechazo”, dice, “y sobre todo, nunca te lo tomes como algo personal”.

En Palma, puede comprarse Death in Deià en Rialto Living.

Fotos: Sara Savage